María Berasarte bucea en sus esencias y en las del fado
María Berasarte no fue a buscar el fado sino que se reconoció en él. Por eso su debut discográfico, «Todas las horas son viejas», fue una declaración de amor a ese género. En el segundo, «Súbita» abunda en esas melodías aunque ahora con otra «intención».
«No soy fadista. Esa es la clave. El disco de fados –alabado en Portugal como «el mejor grabado por una voz extranjera»– lo traté como si fueran canciones y las de este disco las trato, no como si fueran fados, pero sí con el fado que tengo instalado en mí», explica la cantante a Efe.
Llegar a “Súbita”, dice, ha sido como «redescubrirse un poquito», porque es un trabajo que habla sobre su vida, sus canciones, las que le han ido acompañando los últimos años y «claro» que hay fado en él, porque sabe que esa «melancolía y lamento» tienen mucho que ver con ella. «Será que mi madre es gallega», se ríe.
Ha elegido “La fiesta” y “Contigo”, de José Luis Montón; “Fado de invierno” y “Rodando”, de Lucas Álvarez de Toledo; “Agua en la boca”, “MS” y “Ve y dile”, de Joaquín Calderón; “Piensa en mí”, de Agustín Lara; “Txoria Txori” y “Nao es tu”, de Mikel Laboa; “Palhaço”, de Gismonti, y “Que nome posso ter”, de José Peixoto.
Los arreglos musicales son clave en este nuevo álbum, que ha querido producir y dirigir la propia artista, tras su experiencia en el primero con Universal. «En una multinacional hay muchos artistas y para este disco necesitaba sentir que todos estábamos a una. Quería ir por libre de forma absoluta y ocuparme de cada detalle. Necesitaba no estar atada y la mejor elección era esta», explica.
Con el primer disco, revela, «estaba muerta de miedo» porque, además, lo presentaba en Portugal, pero este es el disco de su vida: «creo que me define muy bien como cantante». Se ha puesto en manos de «dos grandes músicos» que la han ayudado a crear el «sonido único» que quería para la ocasión: José Luis Montón a la guitarra flamenca, y a la guitarra clásica el portugués José Peixoto, histórico miembro de Madredeus, que, junto al también integrante del mítico grupo, Fernando Júdice, acompaña a Berasarte desde el principio de su aventura.
Vivía en Madrid, donde hizo la carrera en la Escuela Superior de Canto, y un día decidió volver «a casa» a pasar dos o tres semanas, pero al final la capital guipuzcoana se convirtió en su campamento base. «Volví a valorar la esencia, la razón de por qué sigo haciendo música, de qué es por lo que lucho, a recuperar mi origen. Es ‘Súbita’ porque es algo nuevo, fresco, una revelación», detalla.
Entre el primer disco y el segund o ha realizado diversos proyectos en Portugal y ha editado un trabajo en el Estado fran cés –“Aguaenlaboca”–, un tiempo ha percibido «un discurso muy pesimista en el sector musical».
«Yo no he hecho nada de lo que me han dicho, porque no quiero que nadie me robe la energía. He hecho lo que quería hacer y estoy muy satisfecha con el resultado», subraya.
Tiene previsto actuar el 11 de julio en el concierto que Dulce Pontes ofrecerá en el Circo Price, en Donostia en octubre, en Madrid a final de año... y mientras tanto irá a Portugal, Marruecos y Rumanía, entre otros. «Estoy feliz. No paran de salir cosas y parece que lo que hago gusta a públicos muy diferentes. Estoy segura de que no me he equivocado», concluye.