Escándalos II

Vuelvo al tema de la semana pasada sobre la subasta de la correspondencia entre el alpinista George Mallory y Lytton Strachey, quizás espoleado por los títulos morbosos de un periódico de difusión estatal: “La (homo) sexualidad del alpinista George Mallory a subasta”, “Sus fotos desnudo corrieron por el grupo de Bloomsbury, a los que frecuentó”, etc. Sus cartas, que hablan de algunos amores juveniles masculinos y sus flirteos, son considerados por Matthew Haley, jefe de libros de la casa de subastas Bonhams, como algo típico de la época Victoriana entre los círculos artísticos de Cambridge (donde, después de todo no había mujeres en aquellos días), quizás como intento de blanqueo de un personaje tan popular, blanqueo que Mallory no necesita. A la vista de su matrimonio con Ruth Turner (con la que más tarde tuvo tres hijos y cuya foto llevaba con la intención de dejarla en la cumbre del Everest), escribe a Lytton: «No creo que sea un choque para ti que deserte de entre los homosexuales de moda (aunque soy aún, en parte, de dicho sentimiento), a menos que pienses que me he vuelto monógamo. Pero puedo asegurarte que esta última catástrofe no ha ocurrido»… «Esto me afecta profundamente, considerando que realmente voy a estar atado por el nudo conyugal y bendecido por la Iglesia de Inglaterra. Pero la verdad es siempre chocante y probablemente nadie es monógamo».