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TRAS EL REFERÉNDUM EN GRECIA

La negociación griega se eterniza entre presiones del establishment

Siguen las negociaciones sobre Grecia. Después de que el Gobierno de Alexis Tsipras presentase un plan de rescate, el Eurogrupo mantuvo un encuentro sin que trascendiesen decisiones definitivas. Con los bancos helenos todavía cerrados el diálogo se desarrolla en medio de una fuerte presión mediática aunque sin determinaciones concretas.


Siguen las conversaciones en Bruselas. El Eurogrupo convocado ayer para debatir sobre la solicitud de un tercer rescate formulado la víspera por el Gobierno griego se cerró sin novedades, en medio de una fuerte presión por parte de los defensores de la austeridad y a la espera de lo que depare la cumbre de líderes de la Unión Europea convocada para hoy. La lógica sigue siendo la misma: a cada gesto conciliador del Ejecutivo heleno llegan más filtraciones mediáticas en términos intransigentes. A falta de declaraciones oficiales la jornada, de grandísima trascendencia, se limitó a un cruce de mensajes que buscaban más ganar la guerra mediática que solventar la mayor crisis de la historia de la UE. En principio estaba previsto un comunicado del Eurogrupo a las 22.00 horas pero al cierre de esta edición no se había producido. ¿Qué más tenían que decir los mandatarios europeos sobre un asunto del que han discutido reiteradamente en las últimas semanas? La versión positiva sería que, por fin, se pone la cuestión de la deuda sobre la mesa. La negativa, el Grexit. Pero nadie dice nada con exactitud.

En realidad, en muchos casos daba la sensación de que el objetivo no era el pacto sino desestabilizar el Gobierno griego. De hecho, la palabra «confianza» era la más repetida en muchas noticias. Un mensaje que pretendía vender que, tras la decisión de Tsipras de consultar a sus ciudadanos, los socios europeos no se fiaban del primer ministro heleno. Es curioso que, en el momento en el que Atenas se ha mostrado más dispuesta a un acuerdo que en los medios del «establishment» se ha vendido como capitulación, se refuercen los discursos inflexibles. Es decir, aquellos que exigen que Grecia implemente recortes todavía más duros de los que la propia antigua Troika ofreció antes del referéndum. Todos los mensajes eran negativos salvo los apuntados por fuentes como Tele Sur que, citando al Gobierno griego, confiaban en un acuerdo satisfactorio para los maltrechos helenos.

Oposición y total rechazo

A lo largo de la jornada se llegó a asegurar que Alemania estaba barajando la salida de Grecia de la Unión Europea. En concreto se dio salida a un documento del profesor Hans-Werner Sinn, del Instituto de Investigación Económica, que habría hecho suyo Wolfgang Schaeuble, ministro germano de Finanzas. En poco tiempo, fuentes de la UE descartaban la idea y dejaban claro que tal opción no cabía dentro de sus estructuras. Sin embargo, durante varias horas la amenaza del «Grexit» volvía a acaparar portadas mientras que los jefes europeos seguían negociando. Nuevamente, la burbuja generada a través de noticias con sesgo marcaba una de las jornadas más decisivas de Europa y que, en el fondo, se limitó a la especulación. Nada nuevo respecto a la misma dinámica de las últimas semanas de crisis.

Antes del encuentro todos los presentes reconocían que no se trataba de un momento fácil. Por ejemplo, el ministro italiando de Finanzas, Pietro Carlo Padoan, asumía que llegar a un pacto costaría su tiempo, mientras que su homólogo alemán, Wolfgang Schauble, consideró que «las negociaciones van a ser extraordinariamente difíciles» y que «las propuestas no son suficientes" para lograr ese tercer rescate». La opinión de este último «halcón» siempre se utiliza para medir la disposición de la UE (especialmente de Alemania) hacia la expulsión de Grecia. De hecho, él es quien se ha mostrado más beligerante contra Grecia. Claro que no está solo y se encuentra con el contrapeso de socios como el Estado francés. Michel Sapin, ministro de Finanzas, ponía en valor la «buena voluntad» de la administración helena para llegar a un acuerdo. La pugna entre un Berlín fuerte y un París sin recursos para plantar cara forma parte también de la negociación. Y eso que de lo que se habla es de un país en grave crisis social.

Sin datos, nos encontramos en el mismo punto. Así que solo se puede especular. La primera consecuencia de un acuerdo debería ser la reapertura de los bancos, que llevan cerrados desde el control de capitales de hace una semana. Tampoco es que sea tan fácil. Hay miedo de que una apertura sin control provocase una mayor fuga, por lo que el ministerio de Economía defendía que, pese a la apertura, se impusiese un control al movimiento de fondos al extranjero. Hoy seguirán los contactos al más alto nivel. Mañana, probablemente también.

Syriza aborda un debate interno tras el «no» a su plan de sectores del partido

El Gobierno griego obtuvo el aval de la mayoría del parlamento heleno para negociar con las instituciones europeas, pero lo hizo bajo la resistencia de los sectores más a la izquierda de Syriza y con el apoyo de la oposición. Votaron a favor 251 diputados, ya que además de la mayoría de cargos del partido liderado por Alexis Tsipras también se sumaron a la petición de acuerdo Nueva Democracia, PASOK y To Potami. De hecho, las únicas formaciones que lanzaron el «no» contundente fueron el KKE y los ultraderechistas de Amanecer Dorado. No obstante, Syriza no logró la unanimidad dentro de sus propias filas. En concreto 8 diputados se abstuvieron, 2 votaron en contra y 7 no se encontraban en el hemiciclo. En este último grupo está el exministro de Finanzas, Yanis Varoufakis. No obstante, y para evitar malas interpretaciones, él mismo intentó votar a través de un sufragio delegado por no encontrarse en Atenas, una opción descartada ya que no se contempla en la ley griega.

El peso del referéndum del domingo, en el que el 61% de los griegos rechazaron las políticas de austeridad reflejadas en la última oferta de la Troika, ha supuesto un refuerzo de la posición de Tsipras. Además, un día después el primer ministro griego se aseguró el aval de la mayoría de la oposición a través de una reunión que quiso lanzar la imagen de unidad nacional. En casa Tsipras ha logrado mantener las aguas tranquilas, aunque no pudo evitar gestos (simbólicos) de protesta. Entre los que se abstuvieron estaba, por ejemplo, Kostas Lapavitsas, economista y uno de los principales defensores de la vuelta al dracma. No obstante, esto no implica un cisma. De hecho, el propio Lapavitsas reconoció posteriormente que Atenas no está dispuesta en este momento a abandonar la Unión Monetaria, razón por la que se abstuvo pero no quiso votar en contra de la propuesta de un Tsipras muy reforzado desde esta última semana.GARA