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Interview
TEREXA LEKUNBERRI, JEF MATEO, GRAZI ETXEBEHERE
IMPUTADOS EN EL MARCO DE LA OPERACIÓN DE ORTZAIZE

«Todas las partes tienen que tener una salida digna»

Acaban de dejar atrás una experiencia «casi surrealista» y todavía se percibe cierta tensión y mucha emoción cuando narran lo que han vivido desde que fueran detenidos por la Policía francesa a principios de la semana pasada y liberados unos días más tarde contra todo pronóstico. Eso sí, con cargos que tendrán que asumir. Y lo harán con convicción porque insisten en que, entre todos y todas, «colectiva e individualmente» este proceso de paz hay que llevarlo a buen puerto.


«Aquí estamos tres pero dos se han quedado dentro», comienza Grazi Etxebehere, a quien se le atragantan aún las palabras al recordar que Iñaki Reta y Xabi Goienetxea han sido enviados a prisión. Los dos presuntos militantes de ETA fueron detenidos junto a Jef Mateo y Terexa Lekunberri en Ortzaize la noche del 7 de julio, en casa de los dos últimos. «Una noche larga –recuerda Lekunberri–, que comenzó a las 20.00, justo cuando acababa de descorchar el champán para festejar las notas de nuestro hijo. En el instante en que lo llamaba para que bajase de su habitación, vi entrar en el porche una furgoneta con dos personas encapuchadas y en unos segundos la casa se llenó de policías. Fue como en las películas».

A las dos horas dejaron salir a sus dos hijos y a unos amigos invitados, y el resto, incluidos Reta y Goienetxea, permanecieron en la vivienda hasta las 5.35. A esa hora los cuatro fueron trasladados a la comisaría de Baiona. Cuentan que oían a la gente que espontáneamente fue congregándose en los alrededores de su casa. «Fue alucinante», dice Mateo. «Familiares, amigos, conocidos, gente que estaba en reuniones y que se presentó en cuanto se enteró… todos estuvieron dándonos ánimos, con música, txalaparta, canciones, danzas y gritos… Incluso después de las cargas de la Policía». «Parecía algo surrealista, hasta los policías flipaban», añade su compañera.

Están impresionados por la inusitada respuesta popular y por el apoyo que han tenido en el ámbito familiar, profesional y de amistades, «porque cuando te enteras de algo así, es difícil de asumir. No todos comulgan con tus ideas», puntualiza Mateo.

Se conmueven al evocar las manifestaciones de 600 y 700 personas que ha habido y el recibimiento que les tributaron el domingo: «Esos aplausos que no cesaban, los abrazos, las muestras de cariño, gente súper emocionada…». Aún no encuentran explicación para el inusitado eco que ha tenido todo esto.

En la respuesta por parte de la gente creen que ha influido el ambiente «bastante más relajado» desde la decisión de ETA de abandonar las armas y el progreso de las ideas abertzales en las citas electorales. «Ya no se nos ve como a demonios», dice Mateo, subrayando a continuación que los esfuerzos para hacer avanzar el proceso de paz (Manifiesto de Baiona, Conferencia de París, movilización social) también están dejando un poso positivo.

«La gente está tomando conciencia», completa Etxebehere, que sin embargo no entiende muy bien la reacción por parte de mucha gente de Hego Euskal Herria. «Yo me he perdido un capítulo en todo esto. ¿Qué hemos dicho, pues, más que lo que hacemos es ayudar a que el proceso de paz avance?», se pregunta.

«Es la forma en que lo has dicho. Asumir sin tapujos tu responsabilidad en que cobijabas a los dos militantes, que lo has hecho para ayudar a una organización que busca desarmarse y que no lo lamentas ha roto muchos esquemas. Creo que se ha conseguido socializar el debate sobre la paz y desmitificar algunos tabúes», le responde Lekunberri.

El trato por parte de la Policía tanto en Baiona como en París ha sido «correcto y respetuoso», corroboran los tres ortzaiztarras. No han percibido en ningún momento presencia de guardia civiles o policías españoles. «En los interrogatorios, sus argumentos [de la Policía] siguen siendo los mismos. ¿Pero qué es lo queréis? Tenéis una casa preciosa, trabajo, dos chavales muy majos, ¿qué hacéis metidos en estos líos?, nos preguntaban. Yo les decía que la cuestión de la paz es algo que atañe a todos y que también ellos deberían, aunque solo sea como ciudadanos, cambiar de actitud. Pero, claro, se escudan en que no son ellos quienes deciden», apunta Lekunberri.

Buscan culpabilizar

Su compañero añade que «con esos argumentos buscan culpabilizarnos. Yo también les insistí en que esto hay que arreglarlo, que no podemos dejar esto irresuelto a las futuras generaciones, es decir a nuestros hijos e hijas. Pienso que el camino para la paz solo se puede andar entre todas las partes implicadas y todas tienen que tener una salida digna. Quieren que [ETA] entregue las armas pero no entienden que eso supondría una rendición que cerraría todas las puertas a una resolución dialogada. Además, creo que el hecho de tener armas y de que no las utilicen es una prueba evidente de que se ha emprendido el camino de la paz y eso para nosotros es sumamente importante».

La comparecencia ante los jueces también ha sido respetuosa. Mateo y Lekunberri fueron puestos en libertad imputados por «asociación de malhechores», entre otros cargos, por el propio juez de Instrucción que les ha impuesto medidas de control (no salir del Estado, presentarse cada 15 días en comisaría, no ir a manifestaciones).

En cambio, para Etxebehere fue el juez de las Libertades y la Detención (JLD) quien dictó su liberación. El paso ante este magistrado es obligado desde el momento en que el juez instructor solicita el encarcelamiento. «Cuando el abogado me dijo que firmara un documento, le pregunté qué era porque no había firmado nada hasta entonces. Es tu puesta en libertad, me contestó. No me lo podía creer. Pero él desde el principio me dijo que el hecho de que me hubiese presentado motu proprio y asumiendo que era yo quien albergaba a los dos militantes demuestra que no tenía intención de sustraerme a la Justicia, que no soy ningún riesgo para la sociedad y que, en consecuencia, no hay razones suficientes para privarme de la libertad; y así lo argumentó ante el juez. He reflexionado bastante sobre esto y creo que lo que pasa es que hemos interiorizado como normal lo que en realidad es anormal. El JLD no es un magistrado antiterrorista como son el fiscal y el juez instructor, que ya habían pedido mi ingreso en prisión. Si lo hubiera sido, seguro que ahora yo también estaba en la cárcel», refiere la enfermera recién jubilada, que es muy conocida en la comarca.

«Desde luego lo tuyo ha sido toda una sorpresa –comenta Lekunberri–. Yo esperaba que quizás alguno de nosotros dos, Jef o yo, podíamos quedar libres... pero tú, ¿después de lo que habías dicho?». «Pues a mí lo que más me conmovió fue cuando me enteré de que vosotros dos quedabais libres», manifiesta Etxebehere sin poder evitar que se le enrojezcan los ojos.

Mismo discurso

Preguntados si creen que su puesta en libertad puede ser un signo de cambio en la manera de actuar del Estado francés hacia el conflicto vasco, sus posturas divergen un tanto.

«El discurso hacia Euskal Herria es el mismo, no ha variado. Niegan el proceso de paz. Políticamente no han cambiado porque, si lo hubieran hecho, no estarían tras los pasos de los militantes que quieren desarmarse. Lo que sí ha habido es un cambio judicial desde que se modificara la ley respecto al periodo de detención tras el tirón de orejas de la Corte Europea de Derechos Humanos. Ahora tus derechos están más garantizados, puedes consultar a tu defensor y está presente en determinados momentos de los interrogatorios. Todo eso ayuda mucho», indica Etxebehere.

Mateo, por su parte, hace una matización: «Creo que sí ha habido una pequeña evolución en cuanto a la problemática vasca. París tiene otros problemas mucho más graves como el islamismo radical. Tratar las dos cuestiones de la misma forma ya no es posible, sobre todo cuando hace tanto tiempo que las armas se han callado. Ya no pueden apoyarse en ese argumento y creo que, aunque no lo parezca, poco a poco están aceptándolo porque con el paso del tiempo es más creíble que esto ha tomado el camino de la resolución. Además, la percepción de la sociedad no es la misma cuando la implicación es, precisamente, para que la paz se instaure».

En un segundo, la conversación salta a la necesidad de que los ciudadanos sean «protagonistas, actores» en este proceso. «No se puede esperar a que otros lo hagan. Debemos llevar esto adelante colectivamente pero también individualmente, cada uno debe asumir ese compromiso, esa responsabilidad, a su nivel», recalca Etxebehere, quien recuerda que la cita de hoy a las 17.00 en Donibane Garazi es, precisamente, por la resolución.