A propósito de la dispersión
En la segunda mitad del siglo pasado se pusieron en marcha en el Estado español unas leyes, una serie de medidas de carácter político, cuya finalidad era alejar a los presos y presas de ETA de sus lugares de residencia y que en el transcurrir del tiempo se han aplicado, además, a ciudadanos y ciudadanas cuyo «delito» ha sido defender ideas políticas por las que han sido acusados y acusadas de pertenecer al «entorno de ETA».
Sin entrar a considerar la injusticia de esta medida, la conculcación de los derechos que asisten a los presos y presas y la vergüenza que supone esta práctica, quisiera exponer dos cuestiones.
1. Hemos de tener en cuenta que los presos y presas, aun encontrándose en centros penitenciarios cercanos a sus domicilios, seguirán encarcelados y encarceladas y cumpliendo las penas impuestas.
Por ello, esta medida es un cruel castigo que afecta exclusivamente a los familiares y allegados y allegadas de los presos y presas, que se ven obligados a recorrer cientos e incluso miles de kilómetros para poder visitarlos.
2. Además del desasosiego que suponen estos viajes, existen otras «caras» en la dispersión:
– La desprotección de colectivos especialmente frágiles, niños y ancianos:
¿Quién vela por esos niños que han de hacer cientos o miles de kilómetros para poder realizar una corta visita con sus padres y madres? ¿Y quién por los ancianos que no pueden hacerla, obviamente por su edad o escasa salud?
Sorprende la desidia y dejadez de los organismos que habrían de cuidar de ellos con celo y eficacia en un Estado que se considera democrático y de derecho.
– La importante merma en la economía de cientos de familias.
– Los accidentes habidos en los desplazamientos, que desgraciadamente se han cobrado ya 16 vidas.
Estamos en otro tiempo y supone un sinsentido seguir aplicando medidas creadas para un escenario que ya no existe.
Ha llegado el momento de exigir que se ponga fin a este castigo añadido a los familiares y allegados y allegadas de los presos y presas dispersados y es que además... ¡Ya les vale!