FEB. 28 2016 GAURKOA ¡En marcha! Iker Casanova Militante de Sortu Ayer se puso en marcha, con la celebración de las primeras 100 asambleas, el proceso de debate “Abian” en el que la izquierda abertzale busca readecuar su estrategia y modelo organizativo al nuevo ciclo político. Este proceso se concibe como una continuación de “Zutik Euskal Herria!” con el que en 2010 se dio inicio a esa nueva etapa. Ahora se trata de desarrollar con mayor profundidad aspectos claves apenas esbozados en aquel documento trascendental, e igualmente valorar lo acaecido en la fase inicial del ciclo, corrigiendo y mejorando la teoría y la práctica política. Es un debate de magnitud estratégica cuya profundidad y alcance tienen pocos precedentes en la trayectoria de la izquierda abertzale. Ya hemos hablado en otras ocasiones de la existencia de tres ciclos en la historia de la izquierda abertzale. El primero, que denominamos «insurreccional» abarca desde el nacimiento de ETA hasta la Reforma política. El segundo, el de la «negociación», comprende el período transcurrido entre la Reforma y el final de la actividad armada. El tercer ciclo, abierto a raíz de “Zutik Euskal Herria!”, se define en la ponencia “Abian” (que será discutida y sometida a votación en las asambleas) como de «decantación independentista», en alusión al proceso que busca crear una mayoría social y una dinámica política que permita avanzar hacia la independencia y el socialismo. En esta etapa se propone una «estrategia independentista transformadora», que tenga como objetivo activar una revolución democrática que dé paso a un modelo social distinto, un «socialismo vasco» de carácter radicalmente democrático y basado en nuestro contexto histórico y geopolítico. Como metas volantes de ese proyecto se plantearán objetivos tácticos para cuya consecución se deberán articular alianzas políticas y sociales. No se puede obviar que Euskal Herria no es más que una pequeña parte del planeta y que se ve profundamente afectada por las corrientes de cambio mundiales. Vivimos en un capitalismo global que como sistema combina ámbitos de fortaleza en el plano ideológico con innegables dificultades. Hasta ahora el capitalismo ha salvado sus contradicciones basándose principalmente en su clara hegemonía ideológica, indiscutida desde la caída del bloque soviético. La lucha de clases se da prácticamente en una única dirección, tal y como señalaba con brutal claridad hace unos años el multimillonario Warren Buffet. El resultado es una concentración de capital inédita en la historia en la que el 1% de la población posee la mitad de la riqueza del planeta. Y en consecuencia ese 1% acumula un poder político que está vaciando de contenido cualquier noción de democracia. Pero este modelo, como decíamos, también tiene grandes problemas, de los que mencionaremos dos. El modelo de crecimiento material indefinido choca con los límites físicos del planeta, lo que ha provocado la actual crisis ecológica; por otro lado, esta «acumulación por desposesión» provoca un retroceso de los niveles de renta de la mayoría de la población que a su vez genera un estancamiento de la demanda y de las ganancias en la economía real. Para hacer frente a ese estancamiento, los ricos han emprendido una ofensiva contra los salarios y los impuestos, lo que ha provocado un notorio retroceso en la calidad de vida de la mayoría trabajadora a causa de un descenso en los ingresos y servicios que perciben. Este retroceso, y el consiguiente malestar, son tan profundos que han provocado la aparición de movimientos de respuesta popular que parecen reinventar la izquierda, mientras el sistema crea sus propios movimientos defensivos contrarrevolucionarios, que cumplen el papel de los fascismos en los años 30. Coincidiendo con esos nuevos movimientos populares alternativos, de carácter esencialmente anti-neoliberal, han aparecido procesos independentistas en Europa (liderados por Cataluña y Escocia) que responden en buena medida a causas sociales, y tienen un claro contenido emancipador, ya que debilitan las estructuras de Estados autoritarios para tratar de dar paso a procesos constituyentes de radicalización democrática. En el Estado español ambos vectores de cambio confluyen y se unen a los problemas de corrupción y debilidad estructural del propio Estado para crear una situación de extrema complejidad. La situación actual de bloqueo en torno a la formación de Gobierno no refleja una fragmentación coyuntural del electorado sino la existencia en el seno del Estado de irresolubles contradicciones sociales y territoriales. Euskal Herria debe aprovechar estas oportunidades y estructurar su lucha en el sentido de la corriente histórica para no ser superado por ella. Por fin parece que el contexto global puede ayudar. Pero aprovechar la situación exige acierto en el análisis y la estrategia. Este es un momento en el que existe la posibilidad de estructurar grandes mayorías transformadoras en nuestro pueblo, tanto en el eje nacional como el social. Para eso hay que entender que lo táctico y lo estratégico no están en oposición sino que, correctamente relacionados en una lógica convergente, son espacios complementarios. Se puede luchar contra el neoliberalismo en un movimiento amplio mientras se defiende el socialismo. Igualmente es compatible defender el derecho a decidir y la independencia. No hace falta estar de acuerdo en todo para compartir una lucha concreta. Es cuestión de diferenciar espacios de acción, discursos, propuestas. Con “Abian” emprendemos ese debate sobre cómo articular la lucha en la actual realidad histórica. Con la independencia, el socialismo y la desaparición del patriarcado en el horizonte. Con la liberación de los presos en el corazón. Con la búsqueda de alianzas y objetivos tácticos sobre la mesa. La imposibilidad de articular un proceso similar al catalán, el bloqueo en el ámbito de la resolución del conflicto y los retrocesos electorales han hecho cundir un cierto pesimismo entre los independentistas de izquierda. Sin negar los errores propios y la necesidad de autocrítica, es importante hacer un análisis en frío y más ecuánime de la situación. El bloqueo del proceso de resolución ha provocado mucho dolor pero ha contribuido también a una progresiva marginación del unionismo tradicional. La derrota del régimen en Nafarroa y el previsible colapso unionista en las próximas elecciones vascongadas auguran un escenario netamente dominado por las fuerzas favorables al derecho a decidir. Es difícil prever un proceso independentista a corto plazo pero también es difícil que la nueva correlación de fuerzas no determine un salto cualitativo en la relación con el Estado. Tampoco hay un lugar en Europa donde la izquierda crítica, independentista o no, tenga tanta fuerza electoral como en Euskal Herria. ¿Quiero decir esto que hemos hecho todo bien? En absoluto. Afortunadamente, hemos hecho cosas mal. Y digo afortunadamente porque eso nos da la oportunidad de mejorar corrigiéndolas, sin estar a expensas de factores únicamente exógenos. En estos años ha habido fallos de modelo organizativo, conceptuales, de propuestas, de discurso, de política comunicativa, de falta de horizontalidad… Pero hay que recordar, primeramente, cuál era la situación de partida al inicio del proceso. Y también que la nueva estrategia pasaba por emprender el inicio de un proceso sostenido de acumulación de fuerzas y que sólo el fulgurante éxito inicial, muy ligado a factores coyunturales, hizo pensar en la posibilidad de acortar sustancialmente los tiempos. Es hora por tanto de volver a trabajar con visión a medio y largo plazo. De hacer un balance sereno y riguroso de errores y aciertos con voluntad de corrección para poder activar una estrategia ganadora. Este proceso de reflexión tiene en “Abian” su primer gran hito y es una gran responsabilidad, ya que sólo una izquierda abertzale fuerte y combativa es garantía de futuro para este pueblo. Euskal Herria Zutik eta Abian! Este es un momento en el que existe la posibilidad de estructurar grandes mayorías transformadoras en nuestro pueblo, tanto en el eje nacional como el social