Joseba VIVANCO
Europa League

Suerte o perseverancia

Un Athletic contra las cuerdas se encomienda a un nuevo gol de Aduriz y una mano milagrosa de Iago para plantarse en cuartos.

VALENCIA 2

ATHLETIC 1

 

La vida son esos momentos en que necesitas que te pellizquen porque no es verdad que esto sea real. Como cuando Raúl García se sacó una asistencia de espuela que dejó un balón increíble a los pies de un Aduriz que no perdonó. La vida no se mide por las veces que respiras sino por los momentos que te dejan sin aliento. Como cuando las uñas no son suficiente placebo y aparece la mano alargada de Iago Herrerín para sacar en sus narices un cabezazo con el matasello de gol de Alcácer y que suponía el adiós a Europa. Dos momentos, dos suspiros, dos pestañeos, dos corazones encogidos, sea suerte o perseverancia, el Athletic estará hoy en el sorteo de cuartos final de la Euriopa League. Histórico, sufrido, estoico, taquicárdico, pero esto es la competición europea, lo disfrutamos la noche anterior entre Bayern y Juventus, lo padecimos en nuestras carnes en la tarde valenciana. Esto es fútbol. El Athletic jugó con fuego en plenas fiestas falleras hasta el punto de quemarse las pestañas en una primera mitad para ser olvidada y condenada a la hoguera, se repuso, confió, perseveró y tuvo premio, esa bendición solo para elegidos, no sujeta a estadísticas ni análisis sesudos, esa misma que otrora le guiara hasta la final de Bucarest. Sí, cuando casi se queda helado allá en Moscú ante el Lokomotiv, cuando estuvo contra las cuerdas ante el Schalke en suelo alemán, cuando el Sporting de Portugal no hizo su tercer gol de milagro allá en Lisboa, ese golpe de azar necesario para todo en la vida. Llámenle suerte o perseverancia, un servidor se queda con lo segundo.

Fueron cinco minutos de prolongación pero parecieron cinco horas, eternas. Tal era la tensión de los rojiblancos para defender su ventaja que al tiempo que un valencianista cometía un escandaloso agarrón en el área sobre Susaeta y el colegiado señalaba el final del partido, algunos leones seguían raclamando el penalti sin percatarse de que todo había acabado. De que estaban clasificados. De que mantienen viva la ilusión. De que como alguien dijo, los finales felices son historias sin acabar. Y esta acaba de empezar.

Primera parte para olvidar

Un día de furia. ¿Recuerdan la película protagonizada por Miachael Douglas? Sobre la tensión y frustación en un día cualquiera, cuando desde el principio todo se tuerce, como cuando abres el frigorífico y nadie ha hecho la compra, como cuando pierdes las llaves en la playa. Ahí estaba el Athletic. Ofuscado desde el pitido inicial por el planteamiento de un Valencia enchufadísimo y que se les atragantó.

Gary Neville planteó una propuesta muy inglesa, una doble punta arriba con Negredo y Santi Mina, mientras André Gomes y Rodrigo estiraban a su equipo por fuera, sin pasar por el círculo central. Propuesta que desactivaba la presión alta de Aduriz, Raúl García y compañía, en tanto Beñat las veía pasar y San José parecía perseguir fantasmas.

El conjunto ché, además, salió con uno o dos puntos más de intensidad de los bilbainos, lo que obligó a estos a retroceder en exceso, mientras en el banquillo a Ernesto Valverde le llevaban los diablos lo que veía y la actitud casera de un Daniele Orsato que cada contacto lo castigaba con falta visitante. Tanto iba el cántaro a la fuente que Santi Mina ganaba por la mano a Etxeita un despeje de Iago a disparo de Negredo y la eliminatoria quedaba igualada. Mucho, largo y tendido se habló los días previos de la importancia del primer gol. Fue al minuto 12 y caía del lado valencianista.

El Athletic de la primera mitad fue una caricatura de lo que es este equipo, sin control de la pelota, fallones, sin ganar una segunda jugada, ni un balón dividido, atascados en la salida de balón. La defensa hacía aguas y fruto de ello llegó el segundo gol, un testarazo inapelable del central Santos en mitad del desbarajuste bilbaino. Mestalla se encendía mientras el Athletic parecía con los plomos fundidos. Y aún así, primero Susaeta –que sustituyó al lesionado Muniain– y sobre todo un derechazo de Laporte que Ryan desbarató al vuelo, la primera parte acabó con un par de chispazos que hacían albergar esperanzas.

A Ernesto Valverde, serio, ceño fruncido en la banda, sólo le faltaba santiguarse. Sus jugadores tomaban camino del confesionario con estadísticas que daban fe de unos primeros 45 minutos en los que su equipo no había comparecido y había sido arrollado por el ímpetu ché. Los bilbainos habían recuperado 20 balones, por 31 los valencianistas; habían perdido 48 balones por 36 sus rivales. Superados. Y el león que más pases dio Balenziaga que, desde luego, como Etxeita, Beñat y alguno más, no tuvo ayer su mejor tarde. Era imposible hacerlo peor. Y así fue. Al menos en cuanto al resultado, porque el que primero avisó fue Gayá y detuvo Iago, y al poco el lateral rondó el 3-0 en un remate que se le fue alto.

Ahí estuvo también la eliminatoria. Pero no era su momento. En mitad de un querer y no poder, ese instante le iba a llegar al Athletic sobre la media hora de juego. Un centro lateral de De Marcos, de los que nunca se sabe en qué acabarán, Raúl García, fallón casi cada pase, se saca una espuela de la nada y allí aparece un Aduriz hasta entonces gris que culmina un pase a la red. Mientras el donostiarra lo celebraba no se sabe si en la intimidad o en medio de la incredulidad, en la banda, Gary Neville, conocido también como goalsgam, juego de palabras entre gol y orgasmo, debido a sus reacciones en goles importantes, era expulsado por protestar de manera airada una clara mano previa de Susaeta. Suerte o perseverancia. A la que se encomendó hasta Valverde, que no quiso mirar, cuando Parejo mandó desviada una falta en la frontal. Era el minuto 93, después de la mano milagrosa de Iago. El colegiado señaló el final y fue entonces cuando vivimos la increíble sensación de venirse arriba. Suerte, perseverancia... Road to Basiela.

 

Valverde asume que acertaron «en el momento justo»

«Ellos hoy han merecido ganar y nosotros hemos acertado en el momento justo y estamos más que contentos por haber eliminado a un equipazo». Así de sincero se mostró en sala de prensa Ernesto Valverde, al que le costará quitar su característico ceño fruncido tras lo mucho sufrido. «Yo sí que me esperaba a un gran Valencia y hoy fue un extraordinario rival. Hemos acusado mucho el primer gol y ellos han estado un punto por encima nuestro. En el segundo tiempo hemos arriesgado mucho y a buscar el gol y lo hemos conseguido», prosiguió en su análisis, repitiendo su sensación de que «hemos pasado a la siguiente ronda, hemos sufrido porque el Valencia es un equipazo, un equipo increíble que ha salido a jugar y ganar el partido». E insistió en que «no me gustaba cómo se llegaba al partido, cuando todo parece que lo tienes de cara, como parecía por el mal partido del Valencia del domingo y el nuestro bueno del pasado domingo». Al final se sufrió y mucho, pero el equipo está en cuartos, en ese sorteo para el que prefiere no pedir rival. «Siempre que digo alguno que no quiero, sale. No quería al Valencia ni en pintura, y...así que me abstengo», dijo. La otra cara de la moneda era la de Gary Neville, «decepcionado tras nuestro fantástico partido» y molesto con la mano de Susaeta no señalada. J.V.