APR. 18 2016 JO PUNTUA Sindicato del crimen Anjel Ordoñez Periodista Semana tras semana, desde las últimas elecciones en España, me he resistido rotundamente a escribir en esta columna sobre ese bonito proceso de conformación de gobierno que mantiene entre cabreados y entretenidos a los vecinos. No teman, me mantengo en mis trece. A otra cosa. «Vamos directos al abismo, no somos capaces de plantar cara al sistema». No lo digo yo, que podría, sino el batería de Kaotiko, Xabier Ladaz, en una de las entrevistas que se han publicado estos días –concretamente en GARA– con motivo de la edición de su disco más reciente: “Sindicato del crimen”. Puede que alguien aprecie un punto derrotista en la afirmación, pero es que hay días que uno se mete en la cama con esa inquietante sensación de impotencia que te consume, por ejemplo, cuando lees que las policías siguen arañando redadas incontroladas contra la libertad de expresión; que las denuncias de tortura siguen estando la orden del día; que, en nombre de la crisis, empresarios descontrolados despiezan a una clase trabajadora cada día más empobrecida; que la ponzoñosa clase política llena de corrupción sus bolsillos, y que la actividad política, si no es institucional o colaboradora, continúa constreñida, cuando no directamente perseguida, condenada y encerrada. Vivimos en un estado de amenaza permanente. El sindicato del crimen que invoca Kaotiko ha tomado la decisión de quemar los cabos sueltos, elevando la estrategia de la intimidación hasta estratos de genuina dictadura ideológica. No exagero. Ojalá pudiera hacerlo. Y todo esto se entierra en el sustrato de eso que en Occidente llaman, de forma perversa y abusiva, democracia. Corrompe sus cimientos y nos empuja hacia el abismo. El abismo del silencio. Porque el que calla otorga, y el que no calla se queda sin dientes. Y luego se reirán y le dirán que «total, para lo que ibas a comer...». Obispos en conferencia,/ generales reunidos,/ reyes post-modernos/ y aristócratas cretinos./ Periodistas corrompidos,/ viejos jueces carcomidos,/ neo-nazis y mafiosos/ son todos buenos amigos. Otra vez Kaotiko. Vivimos en un estado de amenaza permanente. El sindicato del crimen que invoca Kaotiko ha tomado la decisión de quemar los cabos sueltos, elevando la estrategia de la intimidación hasta estratos de genuina dictadura ideológica