SEP. 01 2016 IKUSMIRA Las vacas Amaia Ereñaga Periodista No era mi intención escribir sobre ganado, principalmente porque soy una kaletarra integral. Pero las trágicas circunstancias que rodearon la muerte el pasado lunes del oriotarra Eusebio Eskudero en las faldas del Kukuarri, embestido por un toro con el que se topó en un estrecho sendero por el que estaba dando un paseo, no se me quitan de la cabeza. Como a todo Orio, supongo –donde este antiguo arrantzale era muy conocido– y a la infinidad de personas, entre las que me incluyo, que disfrutan paseando por el monte. Creo que de país de montañeros –no hay más que ver el gran número de clubs existente–, hemos mutado a país de paseantes. Andar relaja, es bueno para la salud, tanto mental como física, y durante un rato nos hace retrotraernos a lo más básico: desplazarnos caminando, avanzar, como aquellos primeros seres humanos. Cada vez hay más paseantes por una naturaleza que parece dominada de tan transitada: de año en año hay más marcas, pistas, menos ganado. La Euskal Herria rural, reconozcámoslo, es una entelequia... aunque a veces nos pegue un toque: pese a que adore a Mo (“Memorias de una vaca”, Atxaga), que se me marque a fuego que las vacas no son ni tontas ni pacíficas, menos si están criando. “Cuidado con las vacas: precauciones para los paseantes” se titulaba el artículo que les dedicaba en marzo la revista del British Mountaineering Council, no en vano en seis años ha habido doce muertes en Gran Bretaña por ataques de res. Seguro que Eusebio sabía qué precauciones tomar, pero no le dio tiempo. Un abrazo a su familia, sobre todo a la que está lejos.