Pello Guerra
Periodista
IKUSMIRA

¿Tan difícil resulta fijar unas reglas comunes?

El colega Joseba Salvador puso mis neuronas a trabajar el pasado miércoles cuando publicó en esta misma sección su columna «Cuando campo y árbitro los elige el equipo rival». No puedo estar más de acuerdo con él cuando comenta que resulta imposible conseguir una mínima imparcialidad en las disputas de vascos y catalanes con el Estado español cuando el árbitro es el Tribunal Constitucional.

Al hilo de ese argumento, se me ha ocurrido que parece increíble cómo todavía no existe un procedimiento reconocido internacionalmente para que un territorio consiga su independencia y se convierta en un país sin que el Estado del que se quiere desgajar pueda impedirlo acudiendo a sus normas, pensadas, evidentemente, para frenar una situación así. Bastaría con fijar como procedimiento el seguido en Montenegro hace tan solo diez años. El 21 de mayo de 2006, los montenegrinos fueron llamados a las urnas para decidir en referéndum la continuidad de la unión de Serbia y Montenegro o la independencia de su territorio. Para que esta última fuera aprobada y reconocida, debía votar al menos el 50% de los montenegrinos con derecho a voto y el «Sí» a la independencia debía obtener un respaldo superior al 55% de los votos válidamente emitidos, que fue lo que finalmente sucedió. ¿Tan difícil resultaría establecer estas mismas normas a nivel mundial para que un territorio decida libremente y sin que nadie pueda impedirlo si continúa o se separa de un Estado en el que se encuentra enmarcado? Me parece que sería una fórmula imparcial y que evitaría muchos dimes y diretes.