OCT. 20 2016 GUTUNAK Ernesto Gasco, dignidad y decencia XAVI MÍNGUEZ ALCAIDE Una ciudad como Donostia no merece en su consistorio un personaje que demuestra semejante bajeza moral, que muestra esa burla ante la pobreza, esa insolidaridad, esa falta de empatía y sensibilidad con el que sufre. Un político que se dice progresista y que ha jugado en el imaginario y en la praxis del clasismo más salvaje no puede seguir representando a nuestra ciudad. Durante la Tamborrada de este 2016, año donde Donostia ha celebrado su controvertida capitalidad cultural, murieron Yoli y Miguel, dos sin techo que dormían y en el caso de ella, hacía vida en el Boulevard donostiarra. La ciudad estaba imbuida por el sonido de tambores, la fiesta y el derroche, y dos conciudadanos morían de frío en una noche cálida de enero, dos personas que vivían en las mismas condiciones que el fotografiado por el político de PSE. No sé si Ernesto Gasco recordaba esas dos muertes hace unos días, cuando fotografió y se mofó de una persona que vive en los márgenes de una sociedad desigual. Una semana en la que hemos tenido que sufrir el escándalo de Francisco Correa afirmando, con toda la claridad del mundo, que la sede del PP de Génova era como su casa, vemos también como los ataques a la decencia política se dan en otros términos y en espacios más cercanos. Mientras a nivel del Estado todos los indicios muestran al PP como una trama para hacer política desde el concierto para delinquir, mientras a nivel europeo la gente ha salido a la calle para protestar contra la pobreza y la exclusión, contra los tratados internacionales que quieren profundizar en la desigualdad, la precarización y la marginación, en Donostia hemos visto un ejemplo de esos que trabajan a la contra de las luchas sociales y políticas por la igualdad y la justicia social. Un síntoma de aquello que De Sousa Santos llama el fascismo con rostro democrático. Mientras organizaciones, movimientos y plataformas han salido estos días a mostrar su oposición frontal contra la pobreza y el sistema económico que la provoca, nuestra segunda autoridad municipal no sólo se pone de lado sino que ha sido capaz de realizar una acción propia de aquellos que justifican la existencia de la exclusión. Un informe encargado este año por el gobierno municipal de la ciudad afirma que más de 430 personas viven sin hogar en la capital de Gipuzkoa, 89 de ellas durmiendo en la calle. Además, 1.200 personas viven hacinadas y en condiciones indignas de habitabilidad, y casi 20.000 en una situación de pobreza relativa. De espaldas a unos datos que demuestran la situación de mucha gente humilde de la ciudad, el comportamiento del sr. Gasco es tan intolerable desde un punto de vista político y humano que debería dejar su cargo, debería dimitir. Esto no se afirma desde estas líneas por la distancia política a la que personalmente me encuentro, que es mucha, sino por hacer honra al sentido de la dignidad y la decencia.