Calendario festivo en Euskal Herria
El autor reivindica un calendario propio para Euskal Herria, coincidiendo con la celebración hoy de la Constitución española. Festividad que como otras considera una imposición «humillante» y ante la que aboga por pensar un nuevo modelo que tenga en cuenta las raíces culturales de este país, y ofrezca un aspecto más europeo, serio y menos banal.
Hoy 6 de diciembre, festividad católica de Nicolás de Bari y con otras veneraciones como Santa Claus, es martes, un día como otro cualquiera. Lo inconcebible todavía es que en Hegoalde no sea una jornada laborable, obligando a demasiados, no a todos a «celebrar» la Constitución de España que con el rechazo si no desprecio mayoritario del pueblo vasco firmó en 1978 un monarca impuesto por el fascismo golpista, juerguista y corrupto. Confiamos que las administraciones abertzales abran hoy asumiendo masivamente las posibles represalias en permanente actitud de desacatamiento y rebeldía como se está produciendo en Catalunya en su estructuración independentista.
Después de tantos años de opresión fascista en combinación con un fanatismo religioso dirigido desde púlpitos satanizadores por obispados aberrantes y actualmente por una tiranía españolista, con unos gobiernos vascongados abúlicos contaminados por pactos irracionales, hemos heredado y sumisamente cumplido durante demasiado tiempo con un calendario ajeno compuesto por obligadas festividades humillantes. No les han preocupado estos aspectos de autoestima y representatividad y realizar un reparto, que sin mermar el número total de días de descanso ofrezca un aspecto más europeo, serio y menos banal.
Actualmente para todo el Estado existen ocho festivos de imposición española y no sustituibles, innegociables por su carácter «patriótico», más cuatro propios de cada Comunidad y dos locales, uno de ellos a propuesta municipal, en total catorce días inhábiles para el trabajo. Existen además unos días reserva para sustituir a aquellos que coinciden en domingo.
Ante esta prolongada imposición española desde hace unos años se vienen produciendo diversas reacciones, pero aún muy insuficientes. Es preciso un mayoritario respaldo a aquella pionera y plural plataforma por un calendario nacional, «Nazio Egutegiaren Aldeko Ekimena», creada hace años en Hernani por trabajadores municipales, comerciantes y estudiantes que ha tenido ejemplares actuaciones de rechazo a las imposiciones del 25 julio, 12 octubre y 6 diciembre, e incluso de fanatismo hispano religioso la llamada Semana Santa y los Reyes Magos. Asimismo, varios ayuntamientos y algunas empresas en recientes años han asumido el reto de trabajar en dichos días. Un abertzale concienciado con un elemental sentido de identidad no puede celebrarlos y esencialmente debe ser insumiso y por tanto trabajar.
Reiteradamente, desde la izquierda abertzale se ha solicitado a Udalbiltza como institución nacional de Euskal Herria y reclamado a las consejerías de Justicia y Trabajo de Eusko Jaurlaritza, como entidad legisladora que junto con otros sectores sociales como el Consejo de Relaciones Laborales, Consejo Económico y Social, sindicatos, comités de empresas, Confebask, Universidad, etc. modificar esta situación elaborando un calendario para nuestro país, «Egutegi Ofiziala».
A pesar de que una creciente sincronización internacional, al menos europea, aconseje una cierta armonía y simultaneidad de los respectivos calendarios nacionales, por motivos esencialmente económicos y funcionales, sin perder singularidades respectivas de gran trascendencia y con idiosincrasia vasca.
Una racionalidad en la secuencia productiva motiva el traslado al sábado o lunes de festividades que acontecen entre semana desde un ordenamiento sensato. En algunas religiosas ya se hizo. Racionalizar no significar ni reducir ni ampliar los horarios. Debe valorarse si jurídica y socialmente se aceptaría un repertorio anual de menos festivos a cambio de más días de vacaciones en el cómputo anual. Es preciso que tanto el tiempo de trabajo como el de ocio en su concepto de ineludibles bienes sociales sean tiempos de calidad.
Como alternativa a un calendario propio Udalbiltza ya propuso en 2003 en su Comisión de Identidad Nacional cuatro días alternativos festivos: el 3 de marzo conmemoración de la matanza de cinco trabajadores en Gasteiz en 1976, el Día Internacional de las Mujeres como un índice de progreso e igualdad, el 24 de junio por la relevancia del solsticio de verano en la mitología vasca, el 3 de diciembre Euskararen Eguna y de Nafarroa como legítimas reivindicaciones de un estado soberano junto con la lengua como máximo testimonio de singularidad.
La creciente laicidad de los estados y un nueva configuración simbólica mundial hace prevalecer sentimientos generalizados de concienciación en humanidad, solidaridad, reconocimiento mutuo, medio ambiente, sensibilidad cultural, y que está organizada desde la Asamblea General de Naciones Unidades, establece paulatinamente desde hace bastantes años el concepto de Día Mundial, o Internacional. Son numerosos los dedicados a diversos asuntos, desde la Arquitectura al Libro o el Agua, y en pocos años el tradicional santoral será, probablemente, sustituido por estas conmemoraciones de profunda raíz cultural, social y solidaria.
El calendario de una nación como documento de regulación laboral festiva, tiene también una singular expresión identitaria mediante sus celebraciones que como sociedad con una indiscutible personalidad propia debemos definir. Existen días que expresan adecuadamente nuestros momentos históricos, simbólicos, ritos, mitos y deseos colectivos con suficiente entidad conmemorativa.
El calendario que padecemos es una disimulada pero grave agresión a nuestra idiosincrasia. No podemos esperar más y ante esta aberración para el calendario de 2018 es precisa una radical insumisión rechazando las vergonzosas celebraciones impuestas por España y elaborar un repertorio festivo con criterio de país en sintonía conmemorativa y laboral con Europa. Demasiadas veces parecemos lo que no somos. El irreversible camino a la independencia se compone de numerosos y variados signos de identidad siendo el calendario uno de ellos.