Mikel CHAMIZO
MÚSICA CLÁSICA

Un Réquiem extraordinariamente familiar para despedir la Capitalidad

Donostia 2016 propuso el lunes, entre los actos extraordinarios de clausura de la capitalidad cultural, un oratorio de Brahms, el célebre “Réquiem Alemán” que tantas veces hemos escuchado cantado por el Orfeón Donostiarra –la última vez hace apenas un año, en la Quincena Musical, con el coro sumando sus voces a la Orquesta de la Radio de Colonia–. Para esta cita se acudió a la Orquesta del Capitolio de Toulouse y Tugan Sokhiev, que ya actuaron en Donostia el pasado mes de mayo, junto a –¡qué casualidad!– el Orfeón Donostiarra, y cuya anterior visita se remonta a la Quincena de 2014, efectivamente, con el Orfeón. En fin, que este concierto extraordinario tuvo muy poco de extraordinario, y la elección de la música para despedir la capitalidad fue además un completo enigma. ¿Por qué Brahms y no, por ejemplo, Usandizaga?  

Dicho esto, la versión que escuchamos fue la que se podía esperar de Tugan Sokhiev, un director de maneras operísticas pero impreciso y dado al efectismo, que año tras año está logrando que una orquesta de tanta calidad como la de Toulouse suene cada vez peor. Además Sokhiev ya ha dado repetidas muestras de que su musicalidad no encaja con la del Orfeón Donostiarra, que el lunes volvió a intentar aquí y allá sus famosos pianísimos para ser recurrentemente sepultado por una orquesta muy desequilibrada hacia los vientos. Hubo tuttis magníficos, estremecedores, como siempre en las versiones de Sokhiev, pero en comparación con otras actuaciones en la ciudad del mismo coro y orquesta, esta fue olvidable.