El 81%, a más de 500 kilómetros tras otra vuelta de tuerca a la dispersión
Cuando ya parece imposible recrudecerla, la dispersión sigue teniendo cada año otra vuelta de tuerca. 2017 se inicia con solo dos presos en cárceles vascas (ambos con enfermedades graves) y un 81,8% alejado a más de 500 kilómetros. Además, ya son diez los que no tienen ningún compañero del Colectivo en prisión, ni siquiera en otros módulos.
La movilización convocada hoy en Bilbo por Sare y que se presume masiva supondrá que cientos y cientos de familiares y amigos hagan un paréntesis en los viajes a las prisiones, en un fin de semana intensamente invernal y por tanto con peligro añadido. Esos desplazamientos son cada vez más largos por término medio, dado que 2016 ha deparado un nuevo endurecimiento de la dispersión, constatable en el mapa adjunto.
Si el año pasado por estas fechas el dato destacado por GARA era que pasaba de la mitad el número de presos encerrados en Andalucía, la Comunidad Valenciana y más allá de París, tras los movimientos de los últimos doce meses esta cota se acerca ya casi al 60%. Y afloran otras cifras escandalosas, como que no llega al 20% la cota de quienes están presos a menos de 500 kilómetros de casa. Son concretamente 66 sobre un total de 346 (descontando los tres en prisión atenuada en su domicilio); es decir, el 19%.
Aunque dirigentes políticos como Alfonso Alonso (PP) argumenten que el objetivo de la política penitenciaria no es tanto alejar sino impedir que se agrupen los presos, lo cierto es que en algunas cárceles sí hay grupos significativos de presos vascos... y siempre muy lejos. Puerto de Santa María (Cádiz) se sitúa a la cabeza con 23, incluida Arantza Zulueta, única mujer, en situación de duro aislamiento. Le siguen en número Murcia (18); Albocasser, en Castelló (16); Picassent, en Valencia (15); Huelva (14); Albolote, en Granada (13); Botafuego, en Algeciras, el extremo sur de la Península (12); Villena, en Alacant (11); y Curtis, en A Coruña (11), en el vértice de Galicia donde además hay ocho presos todavía más alejados, en A Lama (Pontevedra).
Por lo que respecta al Estado francés, el reparto resulta más homogéneo, pero 42 de los 76 presos y presas vascas están en París o más lejos, destacando los nueve encarcelados en Fleury-Mérogis. En Baiona no hay ninguno y únicamente ocho pueden considerarse cerca: dos en Mont de Marsan (Landas) y seis en Lannemezan, algo más allá de Tarbes, en el Pirineo central.
Hasta Madrid se vacía
En el Estado español se constata que además de haber solo dos presos en cárceles vascas (Aitzol Gogorza y Txus Martín), las cárceles más próximas han sido paulatinamente vaciadas de vascos. A modo de ejemplo, en la más cercana, Logroño, ya solo hay uno cuando hace cinco años, tras la decisión de ETA, eran seis; en Burgos han bajado de seis a tres en este periodo; en Mansilla (León), de catorce a tres; en Villabona (Asturias), de trece a tres; y en las aragonesas de Zuera y Daroca, de 26 a nueve y siete a dos, respectivamente.
Incluso las cárceles del área de Madrid, que en su momento englobaron a gran parte del Colectivo de Presas y Presos Políticos Vascos, hoy apenas reúnen a 7% (y eso sumando las manchegas de Ocaña y Herrera de la Mancha). Diríase que el Gobierno español las considera demasiado cercanas.
Sobresale también la evidencia de que cada vez más presos vascos quedan solos en una cárcel, ya que aunque su número va bajando (muy lentamente) Madrid y París apenas reducen el número de prisiones en que los separan. Con ello, hoy día nueve no tienen kide alguno en esa cárcel, ni siquiera en otros módulos: les ocurre a los dos encarcelados en Basauri y Zaballa, a los tres apresados lejos (Nekane Txapartegi en Suiza, Antton Troitiño en Inglaterra y Andoni Zengotitabengoa en Portugal), y también a Santi Aragón, solo en Logroño; Aitor Fernández, en Aranjuez; Asier Ormazabal, en Teruel; y Alaitz Aramendi, en Bapaume.