Jon Odriozola
Periodista
JO PUNTUA

Capitalismo bello (a Gonzalo Puente Ojea, in memóriam)

El año finalizó con la noticia del fallecimiento del paisano y banquero barakaldés José Ángel Sánchez Asiain, de 87 años de edad, licenciado en la exigente “Comercial” de Deusto del no menos exigente P. Bernaola.

Tengo delante el discurso que Asiain pronunció –como académico admitido– en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en abril de 1991 titulado “La empresa como realidad estética” que me procuró, por aquellas fechas, el «estajanovista» Juan Mari Arregi, «Daniel Udalaitz».

Si Pericles cantó a los atenienses las bondades de la libertad, Asiain se pregunta «si no podemos afirmar que la empresa es una obra de arte en sí misma». Se responde que «una organización que funciona bien debería ser considerada como bella en sí misma». No se pregunta por el idealismo de estas «mismidades». Y ello porque lo que de «útil» tiene la empresa –con sus legítimas ganancias, nos alecciona– también se puede cohonestar en el ámbito del arte. Un renacentista reencarnado el bueno y católico Asiain.

Un hombre persuadido de que la explotación del hombre por el hombre –mera metafísica o faramalla, para él– es compatible con la utilidad –y belleza– de una tarjeta de crédito («dinero de plástico») –para el consumo– a quien atribuyen su introducción «revolucionaria» en el Estado español. Como Marinetti, el poeta futurista y fascista italiano a quien nombra, comparaba la belleza de un bólido, de un «Bugatti», con la «Victoria de Samotracia». Hacer de un banco una catedral

Ya los prósperos banqueros florentinos tenían cargo de conciencia –esa catoliquísima «culpa» introducida en el cristianismo por el tarsiota Pablo– por sus ostentaciones y sus problemas con la usura castigada bíblicamente. Para purificarse se hacían perdonar –no por Savonarola a quien quemaron– con el mecenazgo del arte y otras penitenciales.

Ahora con la belleza «desinteresada» more Kant, según el encantador brahmánico capitalista financiero utópico, el fabril Sánchez Asiain que Dios bendiga.