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JO PUNTUA

¿Morir de éxito?


Hubo una mujer que se reinventó ante el desplome televisado de las Torres Gemelas. Se llamaba Alicia Esteve, pero en el vuelo de Barcelona a Nueva York se transformó en Tania Head, la superviviente que mejor narraba el horror. Su gran ventaja fue que nunca estuvo allí, nos conmueven más las tragedias fabuladas.

La impostura empezó a desvelarse cuando eligió a un apuesto caído de la Torre Norte como marido. La familia del muerto real no la conocía de nada y pidieron que dejara de hurgarse en su dolor. Ella siguió retorciendo su mentira en la que enredaba a más y más gente que sí estaba sufriendo, hasta que un día se esfumó.

Alguien que miente por vocación jamás reconocerá la verdad por mucho que se la pongas delante. Trata de confrontarle desde las evidencias demostrables, con todos tus argumentos y tu paciencia. Acabarás en su fango, donde siempre gana. Me ha costado muchos años aceptar que hay gente que miente sistemáticamente.

Vivimos tiempos raros. Alinearte en la izquierda abertzale ya no te promociona directa a la cárcel y el feminismo está de moda: se puede obtener beneficio, poder y protagonismo sin riesgo alguno apuntándose a nuestras luchas históricas.

Tenemos que asumirlo, es una consecuencia negativa, inesperada pero inevitable, de nuestras victorias. No cambiaría lo que hemos ganado tenazmente como mujeres y como pueblo por nada del mundo. Y nos toca gestionarlo, reaccionar.

Porque, la gente que imposta opresiones, señala obsesivamente al enemigo interno, ignora nuestras genealogías, enloda los debates hasta el infinito sin hacer nada, exige a la vez que se le mime y se le reconozca como vanguardia mientras se caga en todo lo que hemos hecho, no puede ser el último palo en nuestras ruedas.

Nunca imaginamos que seríamos rentables para advenedizas, ¿quién coño iba a desear ser nuestra Tania Head? No hemos muerto de fracaso y no moriremos de éxito.