Fede de los Ríos
JO PUNTUA

Democracia dentro de un orden

Este Estado que con dinero público, de quienes pagamos impuestos, un día rellena las arcas de la banca previamente vaciadas por sus directivos y otro compra el silencio de las meretrices del Borbón, ha empezado a extender la excepcionalidad vasca a todo el territorio susceptible de la aplicación de su poder; que no es otra cosa que la administración del monopolio de la violencia.

Los jueces y fiscales de la Audiencia Nacional, el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional han sido nombrados para constituir una fuerza de choque contra la disidencia y la desafección del régimen. Para ello a las leyes de excepción, con la inestimable ayuda de socialdemócratas de diferente pelaje, se les dio marchamo de normalidad ciudadana. Ley de Seguridad Ciudadana la han llamado. ¿Quién dijo que los nacionalcatólicos carecían de sentido del humor? Aún recuerdo las palabras a finales de año del cardenal Blázquez «pedimos a Dios que bendiga a la Familia Real». La bendición de un Dios socarrón resultó bárbara.

«En ausencia de violencia todo se puede decir». ¿Os suena tan reiterada letanía? Eso sí, si lo dicho no es del agrado del Estado, la supuesta violencia ausente, cristalizada en ley, aparecerá en forma de multa, inhabilitación ciudadana o dará con tus huesos en la cárcel. La democracia dentro de un orden garantiza la libertad de expresión garantizadora del orden establecido. Más allá no hay sino terrorismo y sedición.

Así hacer chistes sobre la muerte violenta del delfín de Franco, Luis Carrero Blanco, es enaltecimiento del terrorismo y negar, como hace el gobierno, que el Valle de los Caídos sea un monumento franquista, no resulta ningún tipo de escarnio a las víctimas. Recordad que Melitón Manzanas es una víctima cuya memoria debe ser honrada pues no hizo otra cosa que defender la democracia dentro de un orden, la orgánica, sin otras armas que las que otorga el monopolio legítimo de la violencia en manos del Estado.