GARA Euskal Herriko egunkaria
DE REOJO

A palos


Los gorilas que protegen a Marine Le Pen se han liado a palos con algunos periodistas en las puertas del parlamento francés. Parece que no ha gustado alguna de las preguntas. Motivo suficiente para ejercer su fuerza bruta, su violencia inusitada. Lo espectacular no es volver a presenciar uno de esos actos bastante habituales con esos muros de músculo y anabolizantes que se ponen entre los políticos o famosos y la prensa de alcance, sino la saña, la impunidad con la que actúan, los insultos que vierten sin ningún tipo de reparo.

Para la ciudadanía en general que mira, lo que le impacta es no saber si esos bestias cobran directamente de los presupuestos de los estados o forman parte de los gastos de representación de los personajes a los que supuestamente protegen y se contabilizan en su declaración de la renta. Se está imponiendo una estética de la brutalidad, un código violento que se sustenta en unas estructuras óseas que pueden soportar cantidades ingentes de músculo al servicio del poder o del dinero, o de ambos. Violencia estructural y televisada que supera con creces a la que se nos inocula de manera constante y planificada con las actuaciones de los cuerpos y fuerzas de seguridad de los estados y las grandes corporaciones multinacionales que reprimen de manera masiva en las concentraciones masivas y populares de ciudadanía en estado de cabreo y protesta.

Siempre se acaba a palos. Dicho de otra manera más realista: siempre se nos ofrecen las imágenes de los momentos en los que se dan palos, de los desórdenes en estado álgido y nunca se nos dan muchas explicaciones ni sabemos las razones de las protestas.

Es una técnica de manipulación muy usada, que se sigue utilizando porque es útil para confundir  y crear estados de alarma.