gara, donostia
EDITORIALA

Juicio a la democracia, alas a la independencia

Comenzó ayer en Barcelona el juicio contra el expresidente de la Generalitat, Artur Mas, y las exconsejeras Joana Ortega e Irene Rigau, acusados todos de desobediencia por la consulta del 9N. Y lo hizo con una impresionante concentración organizada por ANC, Òmnium Cultural y la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI). La movilización de 40.000 personas en una gran demostración de fuerza del independentismo.

El Estado español acusó el golpe y todos sus portavoces, tanto en Catalunya como en Madrid, trataron de restar valor a la movilización, bien reduciendo la cifra de congregados, bien restando representatividad a los manifestantes –todos eran al parecer funcionarios con el día libre y cargos políticos–, o bien calificando la concentración como un inadmisible intento de presión a los jueces. A esta última idea se sumaron también varias asociaciones de magistrados con declaraciones en ese sentido.

A nadie se le escapa que se trata de un juicio de carácter político. Por esa razón otro de los argumentos más repetidos ayer por el unionismo fue que la ley resulta igual para todos, aunque lo que está litigio en el fondo es otra cosa: simplemente democracia. En este contexto, la izquierda de obediencia estatal continúa tratando de nadar entre dos aguas, sin una posición clara en defensa de la democracia y el derecho a decidir. Ayer optó por volver a pedir a las partes diálogo para resolver el conflicto, obviando la nula voluntad mostrada por el Estado. Algo ciertamente similar a lo que hizo el lehendakari de la CAV, Iñigo Urkullu, despachando además el asunto en una red social.

Los juicios políticos suelen volverse en contra de sus promotores cuando los perseguidos consiguen convertir el proceso en una causa contra los acusadores. La Historia ofrece ejemplos sobrados de ello, en todas las latitudes. A la luz de lo ocurrido ayer, el unionismo continúa a la defensiva mientras el independentismo está transformando el juicio contra Mas, Ortega y Rigau en una caja de resonancia de la reivindicación de un Estado independiente.