Las estanterías de casa ya se me están combando de la cantidad de ensayos interesantes que últimamente se están publicando y que se han convertido casi en lectura obligada. “Sin piedad”, de Fernando Mikelarena; “El botín”, de Miguel Sánchez Ostiz y su anterior “El escarmiento”, y "El corralito foral", de Iván Giménez, son algunos de los títulos con los que he disfrutado de lo lindo.

A estas obras se ha sumado más recientemente “Tres tristes trileros”, en la que se hace un repaso a la vida de Víctor Manuel Arbeloa, Jaime Ignacio Del Burgo y Jesús Aizpún de la mano de José Mari Esparza, Floren Aoiz y Patxi Zabaleta, respectivamente.

Su lectura me ha resultado interesante y especialmente instructiva. Por una parte, me ha desmontado la imagen de Mesías de la Nafarroa amejorada y españolista de Del Burgo para convertirlo en un simple buitre que aprovecha las corrientes de aire con más fuerza para elevarse personalmente, tal y como le compara Aoiz. Y con Aizpún, Zabaleta ha venido a confirmar la impresión de hombre gris que ya tenía en el baúl de los recuerdos.

El perfil de Arbeloa es el que más me ha aportado, ya que me ha servido para encontrar explicación al devenir del presunto socialista. Eso de que la derecha le mime con tanto empeño desde hace tiempo me tenía mosca y los comentarios de Esparza han dado explicación a ese modo de proceder en principio extraño. Es el justo pago a los servicios prestados a la Nafarroa más rancia y con todo derecho se merecía estar en este peculiar repaso a la vida, obra y milagros de los tres tenores del Régimen.