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China se posiciona «contra cualquier proteccionismo»

El Gobierno chino se presentó como el abanderado de la globalización y del rechazo a «cualquier tipo de proteccionismo» en la apertura del plenario anual de la Asamblea Nacional Popular. Sin mencionar a Estados Unidos o al Brexit, el primer ministro, Li Keqiang, alertó del «efecto contagio» del incierto rumbo de las grandes economías. Además, Pekín limitará al 6,5% su crecimiento este año, una rebaja que intenta controlar los riesgos de su economía.

El Gobierno chino se declaró contrario «a cualquier tipo de proteccionismo», frente a la «tendencia antiglobalizadora» que se vive en algunos países. Así lo señaló el informe de trabajo que presentó ayer el primer ministro Li Keqiang en la apertura del plenario anual de la Asamblea Nacional Popular, el Legislativo chino.

Aunque sin mencionar las declaraciones proteccionistas del nuevo gobierno de Estados Unidos, Li Keqiang afirmó que «las puertas de China seguirán abriéndose cada vez más» y apuesta por su respaldo a iniciativas como la Asociación Económica Regional Integral (RCEP) para Asia Pacífico, frente a los interrogantes sobre la viabilidad de un TPP (Acuerdo Transpacífico) sin EEUU.

En este mismo objetivo se enmarca su apuesta para reactivar el histórico corredor comercial de la Ruta de la Seda.

Li considera que hay «mucha incertidumbre» sobre la dirección que tomarán las grandes economías y sus efectos de contagio, además de un aumento de los factores que pueden causar inestabilidad, en aparente alusión, pero sin mencionar de forma específica, a las primeras decisiones de la Administración Trump o al Brexit. «Los acontecimientos tanto dentro como fuera de China requieren que estemos preparados para afrontar situaciones más complicadas y graves», considera.

Menor crecimiento

En este contexto, Li anunció que China limitará a «alrededor del 6,5%» del PIB su meta de crecimiento para 2017, abriendo la puerta a una nueva merma de la actividad en la segunda economía mundial. Para 2016, Pekín se había fijado un objetivo de «entre 6,5% y 7%», pero el crecimiento finalmente había quedado en 6,7%, su nivel más bajo en 26 años. La cifra, cuya fiabilidad muchos cuestionan, puso de manifiesto una degradación persistente de la coyuntura. Pekín intenta además controlar los riesgos como las burbujas especulativas –especialmente las inmobiliarias–, el descontrol de la deuda pública y privada (más de 270% del PIB) y una descontrolada «finanza en las sombras», frente a los acelerados crecimientos.

Para 2017, «anticipamos que el crecimiento del PIB será de aproximadamente 6,5%, aunque en la práctica nos esforzaremos por tener un mejor desempeño», precisó Li Keqiang en su discurso.

Un crecimiento del 6,5% sería el más débil desde 1990, cuando la economía china se desmoronó tras el aplastamiento del movimiento de la Plaza Tiananmen. El gobierno anunció además que prevé mantener la inflación en «alrededor de un 3%» este año. Li aseguró que se reforzará el fortalecimiento de las infraestructuras, con la inversión este año de 800.000 millones de yuans (117.000 millones de dólares) en proyectos ferroviarios y 1,8 billones de yuans en la construcción de autopistas y vías fluviales.

A la vez, país reducirá en 50 millones de toneladas las capacidades anuales de producción de la industria siderúrgica y en 150 millones de toneladas las del sector del carbón, muy endeudado. Este crecimiento menor refleja u

Igualmente alarmado, el gobierno prometió vigilar de cerca los mercados financieros o bursátiles. Las grandes ciudades impusieron recientemente restricciones destinadas a evitar una burbuja inmobiliaria, una política que, según Li Keqiang, será extendida a ciudades menos importantes. Li aseguró que, en cualquier caso, podrá cumplirse la meta del Partido Comunista de duplicar el tamaño de la economía china para 2020 con relación a 2010.

La sesión anual del Parlamento congrega a miles de políticos provenientes de todos los rincones del país y es presentada como la demostración de que responde a las necesidades de la población, además de usarla para fijar las prioridades de las políticas nacionales.

China intenta pasar de una economía de crecimiento rápido basada en la inversión y las exportaciones a un modelo más dirigido por el consumo, un proceso complicado por el riesgo de debilitamiento de la moneda y huida de capitales.