Dabid LAZKANOITURBURU

ENTRE LA ESPADA NEOTOMANA Y LA PARED ISLAMÓFOBA EUROPEA

Los gobiernos de Alemania y Holanda, amenazados electoralmente por la extrema derecha, están impidiendo que el Gobierno turco, inmerso en una deriva autoritaria y represiva sin límites, haga campaña por el sí en el referéndum presidencialista en la diáspora.

Los gobiernos europeos con importantes minorías de ciudadanos con pasaporte turco (parte de ellos kurdos) se enfrentan a una difícil disyuntiva entre la garantía de los derechos políticos de aquellas y la colaboración con uno de sus todavía aliados (Turquía es socio de la OTAN), de un lado, y el miedo a que este gesto sea aprovechado por la extrema derecha islamófoba (y, por tanto, turcófoba) en un año electoral crucial en el que no solo se juegan su respectivo futuro sino probablemente el destino mismo de la Unión Europea. Es el caso de Holanda, que celebra elecciones el 15 de marzo con el xenófobo Partido por la Libertad (PVV) de Gaert Wilders apunta como fuerza más votada en las encuestas, o Alemania, cuya cancilller, Angela Merkel, necesita no perder apoyos a la derecha ante unas encuestas que no le garantizan su cuarto triunfo electoral consecutivo.

El Gobierno turco, inmerso en una deriva autoritaria y represiva total contra la oposición, la prensa y el pueblo kurdo, ha pedido permiso a estos países para que su ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, y otros miembros del Gabinete del presidente Recep Tayip Erdogan hagan campaña por el «sí» en el referéndum constitucional del 16 de abril en el que se votará la instauración de un sistema presidencialista en Turquía Por cuarta vez en siete días, responsables municipales alemanes han anulado mítines pro-Erdogan, el último de ellos en Hamburgo aduciendo que el recinto «no cumple con la normativa antiincendios».

Votos doblemente decisivos

El Gobierno alemán se escuda en que la decisión de permitir o prohibir actos de este tipo compete a los ayuntamientos y pide a Turquía que mantenga la cabeza fría después de que Erdogan le acusara de reeditar «viejas prácticas nazis»..

Erdogan necesita para ganar el disputado referéndum el voto de los 1,4 millones de turcos con derecho a voto, la mayoría de ellos simpatizantes de su partido (AKP), del total de 3 millones de turcos (y kurdos) en la diáspora en Alemania. Merkel, crítica con la deriva turca pero necesitada de su alianza –sobre todo para mantener cerrada la ruta de los Balcanes para los refugiados–, practica un difícil equilibrismo por el temor a que permitir esos mítines dé alas a su propia ultraderecha xenófoba (AfD), desinflada en los últimos sondeos (no más de un 10%) pero que podría arrebatarle la victoria electoral en un momento de repunte del SPD con la candidatura de Martin Schulz.

La polémica ha llegado a Países Bajos, donde el Gobierno turco quiere dar un mitin para los 300.000 turcos con derecho a voto el próximo sábado, cuatro días antes de los comicios. El primer ministro, el liberal (derecha) Mark Rutte, y sus socios de coalición están compitiendo con el ultraderechista Wilders en contundencia contra «el desembarco de políticos turcos en nuestro país». Como en Alemania, el alcalde de Rotterdam, Losewijk Asscher, podría aducir motivos de orden público para prohibir el mitin. Tras el golpe de Estado fallido del 15 de julio hubo choques entre turcos proErdogan contra kurdos o turcos opositores.

Erdogan sigue encarcelando a periodistas críticos

Deniz Yücel, corresponsal del diario alemán “Die Welt” lleva más de una semana detenido bajo la acusación de «propaganda terrorista». Yücel, de nacionalidad turca y alemana, publicó una investigación sobre el «hackeo» del correo electrónico del ministro de Energía, Berat Albayrak, yerno del presidente turco, que se atribuye al grupo clandestino 'RedHack' y que destapaba la corrupción del entorno de Erdogan. 150 periodistas se hallan actualmente en prisión y 9.000 han sido despedidos. El periodista turco Yavuz Baydar, denunció que «el 95% de los medios turcos están en coma o enchufados a una máquina».GARA