Raimundo Fitero
DE REOJO

Veremos

El anuncio del anuncio de la entrega de armas ha sido recibido con el postureo adecuado, estudiado, pretendido y coagulado que se esperaba. Para algunos les habrá sorprendido incluso que vuelva a salir el nombre de ETA en los telediarios y no sea a partir de alguna intoxicación barata de los cien mil escritores del ministerio de las cloacas, las vírgenes y los ascensos a base de entrega de supuestos falsos sospechosos a los que se condena de antemano.

Este nuevo episodio de la estrambótica situación en la que se vive desde la declaración de la organización armada de suspender sus actividades militares, nos viene a confirmar que o todo es muy secreto, tan secreto, que no se sabe si alguien sabe qué se está haciendo, o que se estudiará de manera muy especial la circunstancia de que un Estado no reaccione ante la suspensión de la actividad de un grupo armado, que no contribuya a hacer la transición de la manera más sencilla y rápida y Tolo lo haga por una estrategia electoral y una táctica de ningunear al otro, porque sabe que esa táctica ha ido obteniendo resultados. Lo que es también para analizar.

Es decir, una parte no hace nada, espera. La otra espera, pero si no hace nada todo se agosta en sí mismo y se entra en una inacción negadora y cuando se hace algo en una dirección que parece correcta y resolutiva encuentra enfrente la actitud displicente de quien parece no interesarle nada de lo que sucede y que siempre exige más, a cambio de nada.  El destemple, las frases hechas, lo de siempre, pero van pasando los años, las cárceles siguen situadas en los mismos lugares de la península ibérica, el desasosiego se mezcla con las esperanzas. Pero se asegura que Urkullu avisó a Rajoy del anuncio. ¿Es cierto eso?¿A quién le interesa mantener esta situación estancada? Veremos. Quizás no sepa leer el subtexto.