Es arriesgado generalizar, siempre. En la ficción contemporánea, existen miradas renovadas que se alejan de los tópicos machistas de la pantalla, sí, pero eso no significa que los personajes que para estas historias se construyen hayan sido pensados desde una mirada feminista alejada de los viejos estereotipos misóginos o sexistas. Existen investigaciones que demuestran que, todavía, los personajes que se plasman en el cine tienden a marginar a las mujeres en los puestos profesionales de “prestigio”. Por el contrario, cuando se trata de la hipersexualización, ellas salen triunfantes. Pero esto es, tan solo, lo aparente y lo numérico. Lo más complicado de “ver” son aquellos estereotipos que siguen siendo construidos desde una mirada nada alejada de lo rancio y que responden a aquello que Naomi Klein escribió en el capítulo El patriarcado se hace funky de “No logo”. Las representaciones sexistas y machistas que vemos en los textos audiovisuales, como el resto de las situaciones sexistas o machistas que vivimos en nuestras sociedades, emanan de las estructuras. Lo que vemos en la ficción es el reflejo de nuestra percepción del mundo, de la realidad que construimos entre todos perpetuando lo establecido. Ya es hora de comenzar a representar desde la diversidad y construir personajes que funcionen en la pantalla, que emocionen y creen “empatía” sin tener que recurrir a los tópicos. Dicen que la cultura pop nos proporciona placer porque (nos) reconocemos (en) la repetición, nos sentimos cómodas viendo lo que nos resulta familiar. Hagamos camino y creemos nuevos lugares comunes que puedan repetirse y que nos proporcionen experiencias ficticias placenteras sin recurrir a “lo de siempre”.