Joseba ITURRIA
CICLismo

Un debutante muy experto

Iñigo Elosegi ha vivido experiencias con la selección española en La Rioja, el Tour de Flandes y el ZLM Tour.

Iñigo Elosegi (Zierbena, 1998) es un debutante con más experiencia que cualquier amateur. Como junior corrió el Mundial de Doha y en dos ocasiones el Europeo, la París Roubaix y en Morbihan y en sus primeros meses amateur compitió con los profesionales en La Rioja, el Tour de Flandes sub’23 y el sábado el ZLM Tour, la única que no acabó como todos los integrantes de la selección española.

Elosegi trasmite «la decepción de todos. Era una carrera para especialistas, dura, con terreno llano, viento, carreteras estrechas. De salida se fue a tope con una tensión increíble y caídas. Nos pilló mal colocados y es una experiencia para saber que tenemos mucho que aprender. Fue un golpe de realidad ante gente que sabe cómo moverse».

Mejor fue en La Rioja: «Teníamos gente rápida y les ayudé. Pasé bien los puertos y repechos y en los últimos 75 kilómetros la media fue de 49,5. Se crearon abanicos, me tocó tirar atrás y me descolgué a cinco de meta tras hacer el trabajo y quedé impresionado con la primer toma de contacto con profesionales».

Del Tour de Flandes destaca que «subimos los mismos muros de los pros, por carreteras estrechas, con tensión, a un ritmo imposible de encontrar aquí. Sirve para aprender ciclismo de verdad. Tuve una caída en el Kapelmuur y me levanté rápido, remonté y fui pasando grupos y acabé contento ante gente de mucha experiencia en una carrera desconocida».

El Mundial de Doha sin agua

Estas experiencias se suman a las que tuvo como junior: «Mi primera París Roubaix fue especial. Era mi debut con la selección española y me vi con los mejores del mundo en una carrera mítica y la terminé en el velódromo. El año pasado en los Europeos de Plumelec me vi competitivo de verdad, en los ataques importantes, y en el Mundial de Doha fui 15º en la crono y en línea, con 45 grados, ya antes de salir me bebí un bidón y el otro nada más empezar y en carrera íbamos tan rápido que no pude coger ninguno. Estuve 80 kilómetros sin beber, me metí en la fuga y cuando cogí un bidón ya me había dado el golpe de calor. Fue un shock, no podía pedalear. Me quedé de la fuga, me pasó el pelotón y estuve a la tarde enfermo. Fue duro, una experiencia. Otra vez pasaré más despacio por el control».

Habla con una madurez impropia de un chaval de 19 años, y con humildad pese a ser el vasco más prometedor: «No es que sea madurez. Tienes experiencias que te dan un punto más y sabes por donde van los tiros. Pero hay que ser prudente y humilde, tener los pies en el suelo. No es que me quiera fichar todo el mundo, pero te llaman de un lado y otro y te dicen no vayas allí o al revés y hay que ser duro de mente para elegir un camino. Elegí la Fundación porque siempre me ha gustado. Crecí con el Euskaltel, todos me lo recomendaron, se trabaja muy bien, han confiado en mí desde juvenil de primer año y no me arrepiento. Estoy en el mejor equipo que podía estar».

Ha habido juniors que han pasado directos al profesionalismo, pero Elosegi es partidario de «quemar etapas de una en una. Hay juniors en otros países con una preparación mayor en carreras internacionales y pueden dar el salto a continentales, pero sin una preparación es mejor pasar a sub’23 y aprender a entrenarte bien, a cuidarse, a adaptarse a las carreras. Para pasar a profesionales hay que tener una base. Si no, te puedes dar contra un muro y es peor».

Pese a ser debutante corre la Copa de España «carreras mucho más largas y duras con gente seis años mayor y agradezco que me lleven a coger experiencia. Hago lo que me mandan lo mejor que puedo. La adaptación es muy buena y, como tenemos un equipo muy fuerte, ayudo a compañeros que tienen opciones y llego lo más lejos posible. Estoy supercontento». No sabe si correrá Bidasoa y le atrae la Ronde de L’Isard: «Es una carrera UCI, con puertos duros como Plateau de Beille con equipos continentales y profesionales. Me gustaría medirme con los mejores en esas vueltas».

De cara al futuro ve «difícil definirme. Las cronos se me han dado bien. Tengo envergadura, pero mi relación peso-fuerza está bien. No me van las clásicas con repechos cortos, no tengo la explosividad de un Gilbert. Soy más diesel, de ir a ritmo y me veo para vueltas con cronos y etapas con puertos largos de subir a un ritmo constante».

Nieto de Momeñe, sangre de ciclista

Iñigo Elosegi Momeñe está marcado por su abuelo materno, quinto en la Vuelta de 1966 y que no ganó el Tour ese año porque el director del Kas, Dalmacio Langarika, le ordenó parar cuando iba escapado y era el líder virtual. Se paró y quiso retirarse, pero le animaron a seguir y acabó cuarto. Sabe la historia, pero no por su abuelo: «Es una espina que se le quedó clavada, pero nunca me la contó. Era muy humilde. Es una faena que le hicieran parar para ayudar a los compañeros que habían cedido y salvar la general por equipos. Pudo subir al podio o ganar el Tour y eso duele mucho. Fue un orgullo y es mi ejemplo, un ídolo. Con los años te das cuenta de que hizo algo difícil y voy a intentar hacerlo lo mejor posible. Desde pequeño quería dar el salto al ciclismo. Es el deporte que gustaba en casa».

Así cogió la bici el último año infantil tras acabar la temporada de fútbol. Corrió siete carreras y ganó las cuatro últimas. En su primer año cadetes ganó cinco carreras y el segundo 24 de 30 y en juveniles 21. Y eso que no tenía ayuda en el Autonervión Valle de Trapaga. «Éramos tres en el equipo y corría contra equipos de quince y me tocaba salir a todos los ataques, controlar, tirar del pelotón. Siempre hacía sobreesfuerzos, pero eso te da experiencia y te hace duro». J.I.