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«Lecciones» de biología de una petrolera


Aquellas actividades que habitualmente generan rechazo entre la población suelen hacer un esfuerzo añadido para tratar de contrarrestar esa imagen negativa que se tiene de ellas. No es nada nuevo y cada cual tiene que emplear los medios a su alcance para dar a conocerse. No hay nada que objetar al respecto.

Una de esas empresas es Petronor. Sabemos del mecenazgo sobre distintas actividades culturales, deportivas y sociales hasta tal punto que la mismísima camiseta del Athletic está manchada por la petrolera. Otro argumento que esgrime, para el que cuenta con el propio altavoz de los gobernantes, es su aportación a las arcas públicas vía impuestos. Realiza una revisión de la mayor parte de sus instalaciones y parece, gracias al marketing desplegada y al apoyo institucional, que acomete una iniciativa inusual. Puede que mejorar los controles medioambientales y los procesos productivos sea algo extraordinario en otros lares, no aquí donde se supone que hay que cumplir con la ley.

En esa línea, Petronor trata de dar «lecciones» de biología a la población que sufre su presencia desde hace décadas. Un día nos sorprende informando de que el 20 de marzo llegó la primavera y con ella el polen, rechazando que lo que cubre los alféizares es azufre en polvo de la refinería, y otro que las algas tiñen de rojo la superficie del río Barbadun. No está de más la información, aunque metidos a dar explicaciones podría dar detalles de por qué algunas jornadas el olor del complejo petroquímico es insoportable y muchos padecen sus consecuencias.