EDITORIALA
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Zizur, la excepción que confirma el cambio

En un lamentable ejercicio revanchista, UPN anunció la semana pasada que llevará al pleno del Ayuntamiento de la Cendea de Zizur el paso del municipio de la zona mixta a la zona no vascófona. La noticia no tardó en presentarse como un revés para las nuevas mayorías instaladas en las instituciones navarras cuando, en realidad, no es más que la pataleta de quien ve cómo la arquitectura lingüística excluyente diseñada durante años se empieza a desmoronar –a ritmo más lento del que desearía gran parte de los impulsores de ese cambio, pero afianzando en firme cada paso–.

El torticero uso de los mecanismos democráticos por parte de UPN –que los utiliza para limitar derechos, en vez de para ampliarlos– no puede ocultar una realidad que las instituciones del cambio, y toda la masa social que las apoya, debería reivindicar con más ahínco: frente al ejemplo huérfano de Zizur –con la mayoría de sus concejos en contra–, son 43 los municipios de toda Nafarroa que han solicitado abandonar la zona no vascófona para integrarse en la zona mixta. Es decir, más de una cuarta parte (un 28%) de los municipios de la zona no vascófona han pedido el cambio en unos pocos meses. Un proceso que ayer vivió un nuevo salto cualitativo en Atetz, cuyo Ayuntamiento aprobó solicitar el paso del municipio de la zona mixta a la zona vascófona –es el primero que lo hace–. La dimensión del cambio que va produciéndose gota a gota convierte en anécdota el disparate de la Cendea de Zizur, que llevaría a absurdos como que la ikastola más grande de Nafarroa (San Fermin) se situase en zona no vascófona.

Sin olvidar que el objetivo último es el de conseguir una Nafarroa sin zonificaciones y con el euskara reconocido como oficial en todo el territorio, hay que poner en valor el cambio que se va dando de forma paulatina. Una transformación que tiene la virtud de venir avalada desde el ámbito local, que viene de abajo hacia arriba. Queda mucho por construir, pero los cimientos son fuertes.