MAY. 23 2017 REFERÉNDUM CATALÁN La última oferta del Govern a España abre la puerta a la unilateralidad El Govern seguirá sentado en la mesa de negociaciones «hasta el último minuto de la prórroga», pero advierte de que su compromiso democrático con el mandato ciudadano es «inviolable». «Celebraremos el referéndum», resumió ayer Puigdemont en Madrid, donde trasladó la última propuesta de diálogo al Gobierno español. Last update: MAY. 23 2017 - 12:08h Beñat ZALDUA El contundente discurso que el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, pronunció ayer en el auditorio Caja de Música del Ayuntamiento de Madrid, crucial no tanto por su contenido sino por ser el hito que abre la puerta al referéndum unilateral, se resume por si solo con la última frase: «Esperaremos hasta el último minuto de la prórroga, pero que no quepa ninguna duda de que, si no se articula una propuesta pactada por ausencia de voluntad del Gobierno español, el compromiso del Gobierno de Catalunya con su pueblo es democráticamente inviolable. Celebraremos el referéndum y será a partir de entonces cuando ofreceremos nuevamente una propuesta de diálogo y de negociación. Pero el objetivo ya no será celebrar el referéndum, sino invitar al Estado español a implementar sus resultados y a contribuir a la transición del nuevo Estado catalán». La idea quedó clara: la oferta al Estado para negociar «las condiciones del referéndum» estará vigente hasta el último momento, pero de forma paralela, el Govern seguirá preparando el plebiscito bajo el paraguas de la legalidad catalana. Las palabras empleadas por Puigdemont también dejaron claras las prioridades: el president empleó 15 veces «referéndum», y otras tantas veces «democracia». La palabra «independencia» solo la pronunció en tres ocasiones y, como apunte destacable, habló hasta seis veces de autodeterminación, desterrando la fórmula del derecho a decidir. Negociación y contundencia de la mano. El discurso, en 4 momentos Del discurso de Puigdemont, que vino precedido por las intervenciones del vicepresident, Oriol Junqueras, y el conseller de Exteriores, Raül Romeva –todos ellos en castellano–, caben destacar cinco momentos. El primero, nada más empezar la conferencia, dirigido a desactivar la contraoferta de Moncloa para ir al Congreso de los Diputados a pasar por el calvario de Ibarretxe. «Ir al Congreso solo como coartada para difuminar ante los observadores internacionales la ausencia de voluntad política del Gobierno del Estado es un error en el cual ya no vamos a participar», avisó después de recordar que la intención inicial era dar la conferencia en el Salón de Plenos del Senado, algo que el PP impidió. «No engañemos a nadie ni hagamos perder el tiempo a nadie, que ya no nos sobra», añadió. Repitió entonces la respuesta del pasado viernes y propuso primero negociar entre gobiernos y someter después el acuerdo al Congreso, tal y como se hizo, según recordó, hace 40 años con la Generalitat de Josep Tarradellas –la institución republicana se reinstauró antes de aprobarse la propia Constitución, con las leyes franquistas en vigor–. El recordatorio sirvió a Puigdemont, cuya conferencia siguieron una veintena de representantes de embajadas y consulados internacionales, además de representantes del PNV y EH Bildu, para saltar al segundo momento: «¿Existe voluntad política para atender la demanda catalana?». Si la respuesta es sí, el president consideró fácil llegar al acuerdo. Un acuerdo que, según Puigdemont, debería ser fruto de un diálogo «sin condiciones previas, sin límites, sin tópicos, sin apriorismos y sin reproches». «Un buen comienzo sería compartir la idea de que el sentido profundo de la democracia va asociado a una urna», siguió, llegando así al tercer momento: la demanda democrática de la inmensa mayoría de catalanes (salieron a relucir las 500.000 adhesiones logradas por el Pacto Nacional por el Referéndum) en contraste a la respuesta represiva del Estado –«en los juzgados no se hace política». Puigdemont sabe que su mayor baza pasa por apelar a la democracia y así lo hizo también en un guiño a la Jefatura del Estado que no pasó desapercibido: «Pedimos lo mismo que expresó en una visita de 1990 el entonces príncipe de Girona y hoy jefe del Estado, el rey Felipe VI, cuando afirmó que ‘la democracia expresa sus proyectos en las urnas’». Tras el habitual repaso histórico que tiene como hito destacado la sentencia contra el Estatut, Puigdemont manifestó que «decidimos dejar de negociar compensaciones en aquel mercadeo que tanto nos ha perjudicado para sacar algo de lo perdido». El cuarto momento, sobre el objeto de la negociación: «El diálogo se tiene que establecer para poder hablar de la fecha del referéndum: cuándo debería celebrarse y en qué condiciones», para «definir la pregunta a realizar», –una pregunta «que no conlleve confusión»– y finalmente, para «fijar los resultados para poder considerar válida la respuesta y el compromiso de implementarla». Las cartas de la Generalitat están sobre la mesa. La negativa de Rajoy también. Rajoy hace oídos sordos y rechaza la propuesta sin haberla escuchado «¿Sería mucho pedir que las reacciones a nuestra conferencia se hiciesen después y no antes de que la hayamos hecho? ¿Y si escuchasen primero?». El lamento del president, Carles Puigdemont, vía Twitter no sirvió para nada y ya a mediodía, unas cinco horas antes de que los líderes catalanes pronunciasen la conferencia, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, rechazó de plano una propuesta que todavía ni conocía. Rajoy empleó como pretexto una información publicada por el diario «El País» sobre la Ley catalana de Transitoriedad Jurídica, que la mayoría independentista del Parlament tiene a punto para aprobar cuando sea necesario. La información publicada por el diario del grupo Prisa, sobre la que la Fiscalía anunció una investigación y que fue rápidamente desmentida por el Govern –aseguró que se trata de un borrador desfasado de la ley– detalla los pasos a seguir para desconectar de España y hacer efectiva la independencia, y añade que si el Estado impide la celebración del referéndum, la secesión se realizará de forma unilateral. Rajoy se aferró a este punto para rechazar toda propuesta que llegue desde Catalunya: «Es intolerable el chantaje y la amenaza que se ha puesto encima de la mesa». Rajoy retó a Puigdemont a acudir al Congreso de los Diputados: «Yo voy a dar la cara e invito al señor Puigdemont a que lo haga; un líder convencido de la bondad de sus propuestas tiene que ejercer el liderazgo y actuar con determinación, con coraje y con valentía», añadió el presidente que comparece ante la prensa en una pantalla de plasma. En similares términos se pronunció el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que se adelantó al resto a la hora de anunciar un recurso ante el Tribunal Constitucional. La nota discordante desde Madrid la puso el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que se reunió con Puigdemont antes de la conferencia (a la que acudió) y defendió el referéndum acordado, aunque rechazó la vía unilateral. El PSOE de Pedro Sánchez, por su lado, guardó silencio.B.Z.