Poema filmado dedicado al poeta exiliado
Tras la portentosa “La venganza de una mujer”, Rita Azevedo Gomes aborda el tema siempre incómodo de la memoria histórica. Lo hace a través del legado del poeta Jorge Sena, condenado a un exilio permanente, primero de su Portugal natal y luego de Brasil, su hogar adoptivo.
A través de su obra y de las cartas que intercambió con Sophia Mello y Breyner Andersen, la directora lisboeta firma un ensayo fílmico en el que, a lo largo de más de dos horas y media, el blanco y negro se mezcla con el color, el documental se esconde en la ficción, el celuloide se funde con el digital y el montaje cinematográfico cumple la función de cualquier composición lírica. A través de la intimidad poética, la directora concibe un melancólico y sentidísimo canto epistolar dedicado a un pueblo entero, incluso a un género humano al que se ama tanto como se detesta. Por supuesto, la propuesta es tan insondable en su primer visionado como apasionante en su posterior digestión. No es para menos, pues se ha conseguido trascender la óptica del sujeto a través de la subjetividad más desbocada. El texto y las imágenes parecen ir por libre, pero en realidad hacen gala de una sintonía que solo podía encontrarse en los mejores poemas. El resultado de la ecuación es la palabra filmada. Tan bella que duele. Mucho.