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El domingo comienzan las visitas guiadas a las obras del claustro de la catedral de Iruñea

El domingo se iniciarán las visitas guiadas a las obras de restauración del claustro de la catedral de Iruñea, que comenzaron en agosto de 2016 y que han afectado tanto el interior como a la fachada del jardín.


Leopoldo Gil y Violeta Romero, arquitecto y restauradora, respectivamente, del Servicio de Patrimonio del Gobierno de Nafarroa, explican que en la fachada del ala norte se han consolidado estribos, pináculos y arcos, tras haberse constatado las patologías que afectaban a los elementos estructurales y decorativos, expuestos a la intemperie y a la lluvia.

En algunas zonas, la piedra se había convertido en arena, sin posibilidad de recuperar las propiedades que tenía cuando, a finales del siglo XIII y durante el siglo XIV, se construyó el claustro de la catedral.

El grado de deterioro era tan grande que ha sido necesaria la reconstrucción completa en cantería de tres de las gárgolas con sus correspondientes pináculos, señalan los responsables de la restauración.

Por su parte, en estos meses de tratamiento del interior de la galería se ha intervenido en todo tipo de materiales, como piedra, morteros, policromías de claves, capiteles y otros elementos de metal (rejas) o de madera (fragmentos de tracerías).

El grueso de los trabajos se ha centrado en devolver al soporte, en la medida de lo posible, la fuerza de la piedra sana, cerrando grietas, sujetando fragmentos que estaban a punto de caer, colocando aquellos que ya se habían desprendido, limpiando la superficie y aplicando capas de protección.

El claustro gótico de la catedral y las dependencias canonicales que lo flanquean constituyen uno de los conjuntos más hermosos y ricos de la arquitectura medieval europea.

De planta cuadrada y edificado durante casi dos siglos (1277-1472), se alza en torno a un jardín central. Cada lado se cierra con series de arcos apuntados con tracerías y gabletes en los remates. Los pilares se refuerzan al exterior mediante estribos rematados por pináculos y gárgolas, que enmarcan los estilizados y complejos maineles y rosas de las tracerías. Al interior, cada crujía se cubre por bóvedas de crucería en cuyas claves se representan los meses del año, los vientos, los ríos del Paraíso, escenas del Nuevo Testamento.