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LA VIDA DE ANNA

El infierno de ser madre coraje en Georgia


Atención las almas sensibles, la película que ahora mismo nos ocupa tiene todos los números para convertirse en vuestra nueva peor pesadilla. “La vida de Anna”, de Nino Basilia, es como un manual avanzado del nuevo cine social. Tanto en lo formal como sobre todo en los temas, el film se rodea de argumentos para sumirnos en la depresión más profunda. La historia sigue los pasos de una madre coraje que carga con el peso de criar a un niño autista y a su abuela, la cual padece alzheimer. La carta de presentación ya hiela la sangre, pero es que el desarrollo es aún más sórdido. A medida que van pasando los minutos, la cuenta de tragedias humanas (favores sexuales, secuestros, suicidios...) va creciendo sin parar, coqueteando así el producto con el peligro permanente de saturación. Si no se llega a tal punto es básicamente gracias a la puesta en escena de Basilia. El texto es tremendista, pero la cámara, por suerte, no. Desde la escritura, esta cineasta georgiana se pasa demasiadas veces de frenada; desde la mirada, se muestra mucho más interesante, planteando una hiriente reflexión sobre el contacto visual que establecemos con esas realidades que no queremos ver.