Raimundo Fitero
DE REOJO

Atropellos

Tres días seguidos con toros del mismo encaste, Juan Pedro Domecq, un ganadero que hace unas décadas inventó el toro artista. Un toro japonés, en el sentido de que son una suerte de robots que van siempre en línea recta y que ayudan a triunfar a los artistas toreros que no quieren complicaciones. Tres encierros de carril, para corredores, es decir para atletas que corran mucho. Pero los toros corren más. Escucho cada día que es que están muy entrenados. ¿Sí? ¿Dónde los entrenan? En las dehesas ya no hay extensiones para el entrenamiento. Y si lo hay es en tierra, no en adoquines, por lo tanto, ¿a qué se refieren los especialistas y estadísticos? Quizás los ganaderos de primera línea como el tal Juan Pedro, que gestaba sus toros artistas en vacas lecheras y no es una broma, tengan un túnel del viento como los coches. Y meten allí a sus toros con borrachos, patas y espontáneo junto a los invisibles hombres de la vara.

Por eso no hay heridos por asta de toro. Los heridos son por contusiones y atropellos. Estos toros de carril, automáticos, en su entrenamiento no les cabe la posibilidad de embestir. Yo creo que les ponen el olor de vaca en celo a unos metros y por eso corren desesperados para llegar el primero. Y se encuentran a esos muchachos y alguna muchacha, con anuncios en sus pechos y espaldas, corriendo como cobardes para salir en la tele. Les tengo que decir a los especialistas, locutores, presentadoras, estadísticos, toreros y ganaderos sobre la cuestión telúrica de que no se caigan los toros en la plaza de toros cuando son torturados y convertidos en filetes, que un gran torero sevillano retirado, al que acompañé por primera vez a los toros en Sanfermines, quedó asustado del bullicio. Y de repente sentenció: los toros no se caen por el ruido. Ese constante sonar de tambores los mantiene en pie. Otra teoría.