En Elgar brilló lo vasco
Presentar a la BBC Philharmonic de Manchester como una de las mejores orquestas británicas, como se ha leído en los últimos días, es un exceso publicitario. Se trata, desde luego, de una orquesta notable, con solistas de gran categoría y mucha confianza en su ejecución, pero su sonido de conjunto dista de ser el de una orquesta de primer nivel. Esto fue evidente en los tutti de la “Sinfonía Fantástica” de Berlioz, abordada por Mena con una inclinación hacia lo estruendoso y epatante. El equilibrio y belleza del sonido de la orquesta se resquebrajó en algunos de los clímax más tremebundos, lo que indicaba que Mena no estaba adaptando su visión de Berlioz a las posibilidades de la orquesta. El acercamiento del gasteiztarra a la “Fantástica” me recordó mucho al de Esa-Pekka Salonen con la Philharmonia Orchestra, con la percusión reforzada y un virtuosismo casi cirquense, una opción respetable solo cuando la orquesta es capaz de ejecutarla con brillantez. El único momento realmente interesante de la sinfonía fue la tranquila “Escena en el campo”, expresada por Mena con una lógica discursiva sin fisuras. En el resto de movimientos, pareció predominar cierto deseo de exhibición ante sus paisanos.
El componente más destacado de la velada fue, sin duda, el que aportó Asier Polo. El “Concierto para violonchelo” de Elgar puede que sea el más famoso del repertorio británico, pero es también la obra con la que Polo debutó profesionalmente con una orquesta con 21 años.
Esa cercanía con la partitura se dejó entrever en infinidad de detalles e inflexiones, sobre todo en la actitud elegante y comprensiva con la que Polo unificaba el sentido de los pasajes contrastantes de este concierto que oscila entre la pasión lírica y un intimismo casi místico.
Fue una gran actuación que se prolongó hasta el bis, el “Preludio-Fantasía” de Cassadó, interpretado con estremecedora belleza. El acompañamiento de la BBC Philharmonic fue sorpredentemente tosco al principio, teniendo en cuenta que el de Elgar es un concierto que habrán tocado en infinidad de ocasiones. Pero pronto se adaptaron a la visión de Polo.