Raimundo Fitero
DE REOJO

Bolardos

Tengo dudas, ¿por dónde les metería los bolardos a quienes están creando un falso debate por la falta de bolardos en la entrada a la Rambla de Canaletas? No digo más: por esa Rambla he pasado muchos días y más noches. Eran otros tiempos, otros ambientes, otros momentos políticos y turísticos. Pero eran esas mismas Ramblas. El mosaico de Miró donde quedó parada la furgoneta es un símbolo, un colorido mensaje de lucidez, de cultura, de catalanidad.

Recibo muchos mensajes de apoyo, me preguntan amigos y conocidos, respondo sin ganas, no tengo mucho que decir, tengo la cabeza llena de bolardos, solamente que todos esos que están quejándose porque usaron el catalán en la primera comparecencia pública Puigdemont y Colau deberían ser acusados de delitos de odio. Lo mismo que los que se ríen en las redes.

Llevo veinticuatro horas delante de las pantallas, escuchando radios, sufriendo sobresaltos, hablando con familiares y no me apetece hoy mencionar lo que tardó TVE en emitir en directo y sus invitados tertulianos. Mi primera impresión fiable la recibí de RT, la televisión rusa que emite en castellano fue el canal que me dio detalles en tiempo real.

Maldigo los rumores de las redes, los de buena voluntad y los creados para joder. Los de los listos y de los hijos de puta. Es difícil asimilar noticias, rumores, relatos ficticios, morbosidad y amarillismo. Pero mantengo un debate importante en mi interior. Nos recomendaban no hacer circular los videos de la masacre. No lo tengo claro. Quizás las televisiones deban capar imágenes pero pasárselas a amigos y familia, es un acto de confianza. Comentaba con mis cercanos anoche, ¿quién se atreve hoy a hablar de independencia, consulta y referéndum en Catalunya? Y me crecen los bolardos de la sospecha paranoica razonable.