Comidista
Mikel López Iturriaga ha pasado de mostrar sus opiniones sobre la cocina, la alimentación y la comida en el papel de un periódico a la radio y de ahí a la tele, previa instalación en internet de manera muy sólida. Está en un canal con programa propio. Antes tenía intervenciones puntuales, detalles, ahora hace, con un buen equipo, un programa que emite cada miércoles La Sexta y en donde se utiliza toda una suerte de estética pop para adentrarnos en asuntos sobre nutrición, alimentación y gastronomía. Yo digo que el esquema, las intenciones, el tono, los reportajes, la manera de afrontar los asuntos es bastante buena. Diría que ocurrente y hasta muy bien estructurada. Y que él, el titular, tiene un cierto magnetismo, se distancia, no se deja embaucar, pero ahí, en esa supuesta actuación es donde yo veo una flaqueza remediable al programa.
Cuanto más tiene que interpretar, cuanto más tiene que hacer “un papel”, entrar en el juego del guion, más se le nota que está actuando, más se le nota que está incómodo, en cambio cuando narra, cuando cuenta, cuando no se coloca en primera persona adquiere mucha más credibilidad. Cuestión de técnica. O de magia. Porque se dice que las cámaras se enamoran de alguien o lo repudian y en este caso ni una cosa ni la otra. Es el propio presentador el que precipita tiempos, no sabe aguantar bien la cara en las bromas, se descoloca y mata muchos de los buenos planteamientos por esa impericia que no tiene que ver con el fondo, sino con la forma. O quizás, sea lo contrario.
Pero es un programa divulgativo, con muy buen ritmo, muy buenas secciones que cada entrega nos enseña algo de la historia o de las circunstancias en las que se está viviendo en estos momentos el auge de lo “gourmet”, cosa que no entendemos demasiado los “gourmands”.