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Gargantua

¡Qué cansinos son los aguafiestas!


Son varios los iconos que distinguen a Aste Nagusia pero hay uno que traspasa fronteras; las txosnas. Bilbainos o foráneos quedamos todos los años prendados por las decoraciones que ingenian los comparseros. No fue así en un inicio. No me atrevo a calificar aquellas construcciones levantadas a base de mecanotubo grasiento y toldos. Lo único épico de aquellos montajes era que se mantuvieran en pie cada vez que llegaba la galerna o una simple tormenta veraniega.

Llegó la revolución en el seno de las comparsas y lo mismo que dejamos de bajar desde Begoña –hubo talibanes que se resistieron al ascenso por la Ría–, las txosnas sufrieron una profunda renovación, empezando por los diseños y decoraciones más cuidadas. Fue la oportunidad para que otros optasen por la «cómoda» carpa o el refugio de los tinglados del Arenal. ¡Vaya bola!

Los días de montaje se prolongaron y comenzamos a practicar algo muy del país: ir a ver cómo otros trabajan y sacar pegas. Somos así, qué le vamos a hacer. ¿Quién que se siente bilbaino no ha recorrido el muelle observando con detenimiento las decoraciones?

Lo curioso es que una de las instituciones que más ha promocionado las txosnas en el exterior no ha sido el Ayuntamiento sino la Audiencia Nacional. En ello ha tenido que ver mucho que los que siempre han tratado de poner palos en las ruedas del modelo festivo vieron un filón en los decorados contando con el apoyo político y judicial.

Los ataques no son nuevos, llegando al extremo de perseguir la silueta de una comparsera que estaba en prisión. Si alguien recoge en un libro lo que hemos vivido en estas casi cuatro decadas, las generaciones futuras puede que alucinen. Lo sucedido con las ‘‘Carnicerias Vaticanas’’ de los amigos de Hontzak es una más, como la denuncia que ahora dice que va a presentar Dignidad y Justicia, aplaudida a rabiar por el PP, empeñado en que vayamos solo a los toros, el teatro y las barracas.

Son cansinos hasta la extenuación. Como el asunto de la «blasfemia» no les ha durado todo la semana ni mezclando a ácratas con la izquierda abertzale, ahora vuelven con las dichosas fotos. Aburren y mucho. Si no os gustan las fiestas, nadie os obliga a participar, pero no queráis jodernos el plan al resto. Confieso que me engorilo con los aguafiestas, no les gustan las comparsas pero bien que se apuntan si les invitan a catar en el Gastronómico. Son los únicos que no saben cocinar, al parecer, porque no participan. Antes freían al menos un huevo.