Veo a Iñaki Gabilondo en #0, en un programa que habla sobre el futuro y que se titula “Cuando yo no esté”, entrevistando a tres mujeres investigadoras que nos dan lecciones sobre la miseria con la que nos comportamos en nuestro tiempo y en nuestro espacio. Están todo el rato hablando de un concepto lleno de bonhomía:  la “ciencia con conciencia”, un bonito juego de palabras que intenta sintetizar un mensaje devastador: la investigación de la ciencia, los nuevos conocimientos y avances sobre enfermedades infecciosas globales se regulan desde el capitalismo más feroz y no son otra cosa que un nuevo motivo de desigualdad. Investigación científica como inversión. Y las farmacéuticas como expresión máxima del dominio sobre la humanidad. Quien paga se cura.

No es necesario ser un experto para entender algunas adivinanzas. Si Roberto Saviano presenta nuevo libro, si está de promoción por todos los canales y emisoras, si sigue con sus misteriosos mensajes de perseguido, si le acompaña en algún tramo de su publicitaria presencia en los medios el juez prevaricador Baltasar Garzón, si hablan de niños, mafias, cocaína y otros negocios comunes, es que están pergeñando algún plan, que ha escrito de oídas, es decir, al dictado, y que le dan cancha porque nadie se ha puesto a mirar realmente de dónde saca todas esas invenciones el tal Saviano, un intoxicador de primer orden. Un malísimo ejemplo.

Casi logro no pasar por el “procés”, porque noto un tono jocoso, como de estar viviendo un programa de televisión de ficción, pero me temo que al final alguien se va a hacer daño. Oiga, que se incendiaron los archivos de un juzgado de Valencia con varios asuntos de la Gürtel. Una casualidad más. Y Otegi inhabilitado hasta 2021. A Urkullu le crece el nudo de la corbata de satisfacción.