La industria de la evasión y el fraude, al descubierto

La filtración de los llamados «Papeles del Paraíso» han puesto de relieve, una vez más, la enorme dimensión de la actividad que se realiza en los paraísos fiscales con el objeto de ocultar grandes fortunas. No es una especie de isla de la tortuga pirata a la que va a parar el dinero de las actividades delictivas –que también–, sino de un sistema perfectamente engrasado para ocultar los patrimonios de toda la élite de nuestra sociedad. Nobles, artistas, deportistas, académicos y hasta políticos tienen relación con estos sistemas organizados para ocultar riqueza y evadir impuestos.

Los nuevos datos apuntan a los paraísos fiscales con sus legislaciones opacas como destino para ocultar patrimonio, pero señalan también –y de manera explícita– a los organizadores de las tramas: los bufetes de abogados. Estos no solamente diseñan los entramados para enmascarar las propiedades, sino que también se encargan de trazar las estrategias para evadir impuestos. Buena muestra de ello son las grandes multinacionales mencionadas en esta filtración que, aun obteniendo unos beneficios impresionantes, realizan todo tipo de maniobras para evitar pagar impuestos. Es decir, se niegan a aportar al bienestar común la parte correspondiente de sus beneficios. Las grandes empresas se sitúan así, de manera cada vez más evidente, contra la sociedad de la que extraen sus beneficios. Lo peor de todo es que, a menudo, la mayor parte de esos beneficios provienen de países en desarrollo para los que este fraude se traduce en la imposibilidad de mantener programas sociales, educativos y sanitarios básicos.

La ocultación de patrimonios y la evasión de impuestos se ha convertido en una rama de actividad más, aunque no se reconozca como tal en la contabilidad nacional. Las medidas para terminar con este pillaje institucionalizado hace tiempo que son públicas y conocidas. Lo único que falta, y es mucho, es determinación política para llevarlas a la práctica.