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JO PUNTUA

Malos ejemplos


La sección de deportes de este periódico se hacía eco la semana pasada de que la Federación Vizcaína de Fútbol ha sancionado con dos años de inhabilitación a un entrenador de un pequeño club de Leioa, por insultar y empujar a una colegiada en el transcurso de un encuentro de fútbol escolar. La citada federación, a través de su Comité de Competición, ha insistido en su intención de «ejemplarizar» con esta sanción.

El comportamiento del entrenador que describe el acta arbitral es merecedor de toda reprobación –especialmente por su evidente impulso machista–, y no podía pasar desapercibido en el ámbito disciplinario federativo. Sin embargo, a partir de este caso concreto, conviene abrir el foco para comprobar que el problema de las conductas agresivas en el deporte escolar tiene responsabilidades más amplias y compartidas entre los diversos estamentos deportivos. Instituciones, federaciones, clubes, entrenadores, familiares y también árbitros, deben admitir su cuota. Porque «ejemplarizar» ahora con este entrenador puede resultar efectista, rentable, pero en el terreno de las soluciones, se queda muy corto. Sobre todo si tenemos en cuenta que el «míster» en cuestión es menor de edad. Metió la pata. Hasta el fondo. Debe asumirlo y corregirlo. Sin embargo, de romper un plato a pagar toda la vajilla...

No cabe afrontar en este reducido espacio un exhaustivo análisis sobre el deporte escolar y sus deficiencias. Ni siquiera sería justo decir que todo va mal, porque los ejemplos de deportividad y comportamiento solidario en los campos y canchas de Euskal Herria afortunadamente superan en número a capítulos negros como el de la noticia. Pero sí resultan evidentes las carencias de un modelo que, por «escolar», se supone ligado a la educación de niñas y niños en deporte y valores, pero que, a menudo, termina siendo una mera prolongación de las estructuras de los clubes y su financiación.

En un fenómeno tan amplio y con mimbres tan sensibles como es el deporte escolar, es imprescindible un trabajo colectivo y diario. Limitarse a «ejemplarizar» con un menor solo supone instalarse en la estéril comodidad del corto plazo.