Irati Jimenez
Escritora
JO PUNTUA

Un trabajo propio

Pasó cuando se anunció que Cazafantasmas y Ocean’s 8 tendrían versiones protagonizadas por mujeres y ha vuelto a pasar con El último Jedi. El episodio de la saga Star Wars más racialmente diverso y con un punto de vista de género más feminista ha provocado miles de pataletas en internet de hombres que se quejan por lo que consideran un intolerable ataque a la masculinidad. Quieren decir a su frágil y tóxica masculinidad patriarcal, pero no entienden la diferencia porque no han hecho una de las tareas más importantes que nos toca hacer en esta vida. Despatriarcalizarnos, para poder descubrir quiénes somos en el espectro del género, deshacernos de todas las programaciones machistas que permean nuestra cultura, y garantizar el fin de las jerarquías de género.

A las mujeres nos va mucho en esa tarea porque sólo comprendiendo cómo funciona el patriarcado en cada una de nosotras podemos desactivar la dolorosísima misoginia que se nos ha inculcado y darle la vuelta a la subalternidad a las que se nos ha querido condenar. Tenemos que dejar atrás nuestra dependencia de la mirada masculina, nuestro impulso patriarcal a la pasividad, nuestro miedo a ser visibles, nuestros terrores patriarcales, nuestros frenos a la libertad sexual, y nuestro apego al regalo envenenado de la superioridad femenina.

Sé que hay hombres que no creen que les va tanto en esta hora crucial en la que la realidad les pide lo mismo que nos pide desde hace tiempo a las mujeres. Es decir, que se sumen al feminismo o se definan en oposición. Personalmente, creo que les va todo. Principalmente, porque deben poner su grano de arena en la desactivación de un sistema de dominación aborrecible. Pero también porque el patriarcado es una cárcel y en una cárcel todo el mundo es prisionero, incluso quien cierra la puerta por fuera. Su compromiso feminista servirá para afirmar que hay muchas malas maneras de ser un hombre, pero nada de malo en ser un hombre.