JAN. 02 2018 AÑO EUROPEO DEL PATRIMONIO CULTURAL Trascendental para cada una de las naciones con sus culturas El año que inauguramos ayer tiene una conmemoración específica conforme a la aprobación el pasado 17 de mayo por el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea, de la Decisión por la que se instaura la declaración del Año Europeo del Patrimonio Cultural. Iñaki Uriarte Arquitecto Esta proclamación, que suponemos habrá ya anunciado y asumido hoy mismo Eusko Jaurlaritza, tiene una trascendental importancia para cada una de las naciones con sus respectivas culturas que integran el espacio europeo, aunque singularmente no estén reconocidas. Es precisamente esa diversidad la que constituye la gran riqueza cultural que poseemos la ciudadanía del continente. Un legado compartido del que todos somos copartícipes y esa misma condición induce un sentido de implicación y pertenencia común a un ámbito cultural que con esta conmemoración se pretende tenga un alcance amplio y eficaz. Es imprescindible insistir una vez más en el grave problema que origina la Ley 27/1983, de 25 de noviembre, más conocida como Ley de Territorios Históricos por la despilfarradora hecatombe económica e ineficaz duplicación de funciones. Entre otras materias, en cultura, el Gobierno legisla y las diputaciones disponen, más bien toleran, evidentes agresiones. El concepto de patrimonio es amplísimo, tanto como la creatividad humana a lo largo de su historia con un variado repertorio y entre sus modalidades existen severos riesgos de desaparición. Así, el inmaterial vinculado a las tradiciones se pierde cuando fallecen las últimas personas que lo han mantenido y el documental a pesar de su custodia está expuesto por su frágil condición. El edificado, sin duda el más codiciado es objeto continuo de mercadeo por su consideración como un mero terreno sometido a especulativos intereses inmobiliarios. Estas continuas alusiones y reivindicaciones sobre la importancia del patrimonio cultural que venimos haciendo desde hace al menos 35 años pueden parecer la misma rutinaria queja pero es preciso continuar insistiendo. En esta ocasión el angustiado mensaje sobre la situación del patrimonio en Euskal Herria está dirigido a sus diversas instituciones. Eusko Jaurlaritza con competencias en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, el Gobierno de Nafarroa en el antiguo reino, EuskalHerri Elkargoa /Communauté Pays Basque en Ipar Euskal Herria y Udalbiltza en todo el territorio nacional. Es preciso reaccionar firmemente ante la situación de abandono, desprotección y control de intervenciones dañinas que están sucediendo desde que se poseen competencias en estas materias pero ya hay algunos síntomas esperanzadores. En Araba, Bizkaia y Gipuzkoa en la cultura industrial, la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública (AVPIOP/ IOHLEE) lleva décadas reivindicando y salvando elementos muy diversos, y empieza con ímpetu la Plataforma de Asociaciones para la Defensa del Patrimonio (Padep) creada en 2017 en Donostia. En Nafarroa, territorio con evidentes contrastes de todo tipo después de décadas de neo fascismo incluso glotocida, por fin gobernada por un cuatripartito racional es el momento de una recuperación cultural y se vislumbran inquietudes y logros como la Plataforma de Defensa del Patrimonio Navarro y los simposios sobre patrimonio ha organizado Nabarralde en los tres últimos años. En Ipar Euskal Herria la reciente Comunidad creada en 2017 EuskalHerri Elkargoa que incluye 10 mancomunidades con 158 pueblos en una voluntad entre otros objetivos de reencontrase con su identidad vasca. Finalmente, en esta nueva fase Udalbiltza, la única institución que incluye toda la nación con un propósito de cohesión en su desarrollo territorial y obviamente cultural, deberá asumir esta faceta como el más importante signo identitario vasco. Euskal Herria debe proyectarse en Europa sin ningún titubeo como lo que realmente es, uno de los pueblos más antiguos del continente con una singular cultura propia, la vasca, que es precisamente la clave para la supervivencia de una sociedad. Como ya lo anticipaba Ramón Labayen (1928-2013) “La construcción nacional requiere sobre todo sólidas bases culturales”. Otros pueblos con mucho menos aparentan más. No se puede engañar a la sociedad confundiendo cultura con ocio y espectáculo haciendo creer que aquella se acrecienta según la cantidad de visitantes de un museo. La riqueza económica no es síntoma de una salud cultural. ¿Acaso conoce Europa la singularidad del euskara y el bertsolarismo; las destacadas influencias etnográficas de la implantación de las pesquerías vascas en Terranova? ¿hemos sido capaces de dar a conocer la enorme calidad de la arquitectura vernácula, en concreto el caserío; las peculiaridades de los deportes tradicionales basado en precedentes laborales, además del universal juego vasco de pelota, etc.? Cuanto más nos alejemos de España más considerados seremos. Conviene recordar por elemental autoestima a las grandes personalidades que nos resucitaron etnográfica y espiritualmente acudiendo a las raíces como Joxe Migel Barandiaran, Jorge Oteiza y otros muchos más. Esta barbarie en Euskal Herria alcanza a todo tipo de bienes culturales hasta dos de los tres únicos con catalogación universal declarados por Unesco y que es obligatorio denunciar públicamente por la deplorable situación en que se encuentran merecedores de ser considerados para su desclasificación. El Puente Transbordador Vizcaya y el estuario de Urdaibai. El Puente por la reiterada nefasta gestión de sus arrendatarios que han prostituido esta bella estructura sometida a agresiones y añadidos degradantes de todo tipo como un banal recuso turístico hostelero populachero. Urdaibai, Reserva de la Biosfera desde 1984 y desde hace dos años sometido a una ilegal multiagresión por el Festival Mundaka que afecta a sus más esenciales cualidades desde la usurpación del espacio público, zona de presunción arqueológica con el impacto sonoro y afección a las aves. Y también incomprensiblemente por un ente público, ETB, por el denunciable brutal festejo de Fin de Año. Acaso conoce Europa la singularidad del euskara y el bertsolarismo; las destacadas influencias etnográficas de la implantación de las pesquerías vascas en Terranova?