Arturo Puente
Periodista
JO PUNTUA

Arriba robots de la tierra

Uno de los artículos más importantes del año 2017 fue el publicado por el artista James Bridle en noviembre bajo el título “Something is wrong on the internet”, en el que descubría cómo creadores de contenido para youtube habían encontrado la fórmula para conseguir miles de visitas, y su correspondiente monetización, con vídeos para niños de muy baja calidad y a veces bastante perturbadores. Dejando de lado las cuestiones éticas, una de las derivadas del caso que se bautizó como «Elsagate» es que algunos de estos vídeos eran generados, subidos, categorizados y difundidos enteramente por máquinas, con intervención mínima de los humanos.

Los robots están aquí y ya han cambiado el mundo. Si alguien cree que este es un fenómeno estrictamente digital debería mirar cómo trabajan las máquinas en almacenes de empresas como Amazon para observar cómo lo virtual irrumpe en el espacio físico. Las máquinas ya no solo sustituyen trabajadores manuales sino también con grados de especialización cada más altos.

La tecnología lleva toda la historia reemplazando a los humanos en sus trabajos, y esto no debería ser una preocupación por sí misma sino todo lo contrario. Ahora bien, lo que sí debe preocuparnos es si tenemos una estructura económica y social suficientemente justa como para distribuir los beneficios que generen estos robots.

El trabajo cada vez será menor y las personas no podremos sostenernos solo con los rendimientos de nuestra actividad laboral, que cada vez valdrá menos. Las clases sociales tendrán cada vez más que ver con quién controla la propiedad de la tecnología, mientras que la desigualdad estará directamente ligada a la capacidad de los colectivos de cubrir las necesidades de sus individuos simplemente por existir y no en función de lo que produzcan. Los robots capaces de crear y vender vídeos por sí mismos son la cruda expresión del reto redistributivo más grande que tendrá que afrontar la izquierda en este siglo y para el que, por lo que parece, nadie parece estar concienciado.