GARA Euskal Herriko egunkaria
JO PUNTUA

Algo más sobre lo emocional


Ahora a la «desinformación» le llaman «posverdad» que, según el Diccionario de Oxford –que incluyó la post-truth en su repertorio– es que «el que algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad». Por posverdad se entiende «lo relativo a circunstancias en las que hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que la apelación a la emoción y a la creencia personal». Para Carlo Frabetti, la posverdad es la mentira mediática de siempre cuyo máximo exponente es la publicidad. Para Iñaki Soto, director de GARA, el error de Oxford reside en «contraponer tajantemente los hechos a las creencias y a las emociones», y añade: «(cuando) a veces lo realmente emocionante es la verdad» (GARA, 20-11-2016).

El sociólogo norteamericano Ralph Keyes, acuñador del término en 2004, habla de posverdad como «apelaciones a la emoción y a las prolongaciones sentimentales de la realidad». Otro sociólogo, Eric Alterman, tras el 11-S y la manipulación de la opinión pública por la administración Bush Jr., decía que «una sociedad en situación de psicosis sería mucho más receptiva a la inoculación de posverdades», otrosí: de mentiras. Ejemplo: las inexistentes armas de destrucción masiva en Irak.

El semiolvidado Jean Baudrillard llamó «hiperrealidad» a lo que se constituye como el conjunto de imágenes que forman una segunda realidad, muchas veces con más transcendencia en nuestras vidas que la realidad verdadera. Cuando los mundos visuales transcienden su característica de representación y se convierten en otra realidad con tanta o más fuerza que la realidad misma es cuando estamos ante la hiperrealidad. O «telerrealidad». Ejemplo nítido: el asfixiante tratamiento mediático del «caso» Diana Quer.

Conclusión: nos quieren enfermos, alienados y acojonados. Así, cloroformados, piensan, menos resistencia habrá, más distracción, despiste y circo.