¿Hasta dónde llega el positivo de Froome?
El positivo del corredor británico por Salbutamol está rodeado de más interrogantes que respuestas.
La temporada ciclista acaba de dar sus primeras pedaladas, después de casi noventa días de parón. Estos suelen ser unos meses de presentaciones, nuevas caras y preparación de la nueva campaña. Sin embargo, este año el pelotón no ha estado ausente de noticias.
El cuatro veces ganador del Tour y vencedor de la última Vuelta, Chris Froome, ha dado positivo. El resultado adverso se produce en un control al final de la 18ª etapa de la ronda española, el 7 de setiembre. Es un hecho, pero ¿es un simple caso más de dopaje en el mundo del ciclismo? Son pocos los grandes campeones del pelotón internacional de las últimas décadas que en, un momento u otro de su carrera, no se han visto implicados en algún caso de dopaje, pero no por ello deja de llamar la atención el contexto en el que se ha producido el positivo de Froome y las consecuencias que puede acarrear.
Antes de entrar a valorar el positivo por salbutamol, un medicamento que se utiliza contra el asma, conviene apuntar ciertos hechos que han sucedido durante los últimos meses.
Arrancamos el 21 de setiembre, dos semanas después del positivo. Ese día, el mundo ciclista se encuentra con un cambio que resulta clave. El francés David Lappartient se impone a Brian Cookson y sucede al británico al frente de la Unión Ciclista Internacional (UCI). En sus primeras palabras tras su nombramiento, Lappartient afirmó que pensaba «deshacerse de la corrupción» que, en su opinión, ha dejado a la UCI con «una desastrosa reputación». Otro de los problemas que debe afrontar a su llegada al cargo es recuperar la credibilidad de este organismo a la hora de elaborar los controles de detección de los motores en las bicicletas. El 20 de diciembre, el semanario satírico y de periodismo de investigación ‘Le Canard Enchainé’ anuncia que dos jueces han abierto una investigación en este sentido y que, sin dar nombres, apunta a «grandes hombres del pelotón». El propio Froome ya estuvo en el ojo del huracán por este asunto tras un ataque en el Mont Ventoux en el Tour de 2013, en el que apenas parece realizar esfuerzo. Fabian Cancellara, Daniel Mclay y Alexander Foliforov han sido otros de los sospechosos.
A su vez, 24 horas después de que el 13 de diciembre los periodistas de ‘The Guardian’ y sus colegas de ‘Le Monde’ revelaran los hallazgos analíticos adversos de Froome durante la Vuelta, una nueva noticia que pasaba desapercibida en el mundo ciclista llamó a las puertas de Sky, equipo del campeón. La decisión de Rupert Murdoch de vender una gran parte de su imperio (21st Century Fox) a la cor- poración Disney, que pretende, de esta forma, competir con Netflix. En la transacción, está incluida su participación en el 39% en los canales de televisión Sky, lo que podría suponer que el patrocinio del equipo ciclista número uno del mundo no supere el cambio de dueño.
Team Sky es el proyecto favorito de James Murdoch, un ciclista y fanático del deporte, el hijo menor de Rupert. Así, parece que la compra de Disney para competir con Netflix mueve más hilos de los que a primera vista podrían observarse.
La importancia comunicativa del conjunto Sky para la marca va más allá de las carreteras y las filtraciones a ‘The Guardian’, ‘Le Monde’ o ‘Le Canard Enchainé’ no parecen inocentes.
Volvamos al 7 de setiembre, el día en el que el tetracampeón del Tour da positivo. El británico, nacido en Kenia, duplicó la dosis permitida de salbutamol (el límite son 1.000 nanogramos/mililitro y él dio 2.000), un broncodilatador para el asma. Froome conoció el positivo el día 20 de ese mismo mes pero este no se hizo público hasta mediados de diciembre: «Soy asmático y uso un inhalador, siempre dentro de los límites permitidos, y sé que soy controlado cada día que llevo el maillot rojo de líder». El salbutamol no es una sustancia dopante, sino una sustancia regulada y permitida en ciertas cantidades. Es decir, no consumió un producto prohibido, sino que se excedió en el consumo de un producto para el que tiene un permiso por su condición de asmático. Debido a ello, ni el equipo ni la UCI le han sancionado de inmediato sino que le conceden un plazo de tiempo para que justifique el resultado.
Sin embargo, no es hasta el 13 de diciembre, casi tres meses después de que se le notifique a él, cuando se hace público el positivo. Y la UCI lo hace tras filtrarse a los citados medios. Un caso que recuerda al de Alberto Contador, que se dilató dos meses, cuando la mayoría de casos se conocen de forma mucho más breve. Ahora, ha pasado un mes desde que saltase la liebre y no hay sanción, ni tampoco ninguna medida cautelar por parte del equipo.
En ese espacio de tiempo en el que el ciclista conoce el positivo pero este todavía no es público, Froome anuncia que participará en el Giro. Una decisión difícil de comprender entonces, pero que ahora podría tener su explicación. El corredor británico, con cuatro Tours en su haber, tiene en 2018 la opción de entrar en el selecto club de los corredores que han ganado cinco Tours junto a Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Miguel Indurain. Sin embargo, opta por acudir al Giro, una carrera por la que nunca había demostrado especial interés, y apuesta por ir al Tour tras la corsa rosa, cuando ha quedado demostrado que es muy complicado poder luchar por la victoria en ambas carreras durante la misma temporada.
La explicación, por tanto, podría tener que ver con sumar adeptos a su causa. RCS, organizador del Giro, rezaba por la participación del británico y, además, se debe contar con una potencia como Israel, que acoge la salida de la carrera italiana por primera vez y a quien interesaba la presencia del número uno en Jerusalén.
Las contradicciones
Como apuntábamos con anterioridad, el británico Chris Froome duplicó la dosis permitida de salbutamol, algo que el líder del Sky achacó al uso del “ventolín” tras un ataque de asma un día antes, durante la 17ª etapa de la Vuelta, con final en Los Machucos, en la que el maillot rojo de la carrera española sufrió para no perder el liderato.
Muchas veces se ha puesto en entredicho el número de asmáticos que existe en el pelotón profesional. Sin embargo, se debe tener en cuenta que hay factores que pueden potenciar el desarrollo de esta enfermedad. Así, entre estos estímulos desencadenantes está la exposición a un medio inadecuado y el ejercicio, el esfuerzo o el estrés, algo que podría coincidir con un ciclista de alto nivel.
Pero, las dudas aumentan con los números ofrecidos en el resultado adverso. 2000 nanogramos/mililitro. Echamos la vista atrás y vemos otros casos de positivo por Salbutamol. Los italianos Diego Ulissi y Alessandro Petacchi, el suizo Alex Zülle o el alavés Igor González de Galdeano también superaron la cantidad permitida, pero ninguno llegó a los números de Froome.
Llama poderosamente la atención que un deportista de élite haya cometido un error en el cálculo de la dosis, cuando lleva 10 años sometiéndose a controles en el pelotón internacional y usando el “ventolín”.
La sombra sobre el corredor
No obstante, es complicado suponer que Froome haya decidido recurrir a sustancias prohibidas de forma puntual para ganar la Vuelta y poner en juego su reputación con cuatro Tours en el saco. Durante años había tratado de ganar también en la Vuelta, quedándose siempre a un paso, y llama la atención que «pite» cuando más a mano lo tiene y sin especial necesidad de demostrar nada.
Pese a ello, la carrera de Froome ha estado sujeta a la duda desde que despuntase en 2011 en las carreteras españolas. El keniata debutó en 2008 de la mano del Barloworld sudafricano. Tras dos años sin resultados destacados, más allá de una victoria en Sudáfrica, firma por Sky. En su primer año con la escuadra británica su único resultado llamativo es el nacional británico contra el crono, en el que termina segundo. Y es este mismo año cuando le detectan la enfermedad conocida como esquistosomiasis o bilharzia, que lastraba su rendimiento.
Fue precisamente en una de esas revisiones para conocer las causas de sus altibajos cuando se descubrió que había contraído una enfermedad parasitaria que es de las más comunes en África. Tras recibir el tratamiento correspondiente, vuelve un nuevo Froome.
Segundo en la Vuelta de 2011 y en el Tour de 2012, en 2013 comienza su reinado. Desde entonces ha ganado cuatro veces la carrera más importante del calendario y este año se impuso en el podio de Madrid. Pero lo que podría perder ahora es mucho más que la única Vuelta de su palmarés.