FEB. 11 2018 DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER Y LA NIÑA EN LA CIENCIA LA SABIDURÍA ESCONDIDA DE LAS CIENTÍFICAS EN POTENCIA LA CIENCIA SÍ ES COSA DE CHICAS». AUNQUE A PRIMERA VISTA PAREZCA INNECESARIO, HACÍA FALTA REMARCAR EL DÍA DE LA MUJER CIENTÍFICA PORQUE EL PRIMER PASO ES VISUALIZAR, SEGÚN LAS PROPIAS CIENTÍFICAS. AYER REVITALIZARON LA CAPACIDAD DE LAS MUJERES MAYORES DE 55 AñOS QUE EN SÍ SON CIENTÍFICAS EN POTENCIA Y NUNCA SE LO HABÍAN CUESTIONADO. Ane URKIRI ANSOLA Curiosidad. Esa fue la razón que compartían cerca de una treintena de mujeres, todas ellas mayores de 55 años, que se animaron a participar en los talleres de la jornada que organizaron, en su conjunto los centros CIC nanoGUNE, Centro de Física de Materiales (CFM, CSIC-UPV/EHU), CIC biomaGUNE y la Donostia International Physics Center (DIPC), en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia que se celebra hoy mismo. Y como buenas curiosas disfrutaron de lo lindo haciendo experimentos ellas mismas con la ayuda de los voluntarios que trabajaban en el mismo Centro de Física de Materiales. No solo abrieron sus fronteras del conocimiento sobre la ciencia, sino que se dieron cuenta cuántas veces habían ejercido de científicas sin apenas saberlo. Idoia Mujika, encargada de comunicación y divulgación de CFM, afirmó que «de pequeños todos somos científicos, porque estamos en constante descubrimiento por pura curiosidad». El taller, con el sobrenombre de Amona’s Power –«aunque ya hemos recibido algunas propuestas para llamarlo de otra forma»– tuvo como objetivo demostrar la fuerza y poner en valor la capacidad de las mujeres que actualmente están «fuera de la vida académica». Es la primera vez que organizan esta propuesta para este sector, y es que el año pasado los centros antes mencionados decidieron poner en marcha programas para impulsar la presencia de las mujeres en un mundo tan hostil como la ciencia pero, hasta este año, toda la perspectiva se centró en niñas y jóvenes, visualizando a futuras científicas y olvidándose de aquellas que no tuvieron ocasión para, al menos, aprender. Una treintena de mujeres demostraron que la actividad puede tener una larga vida, «porque además hemos tenido que cerrar las plazas», detalló Mujika. «Quería saber lo que las investigadoras están haciendo, lo que su trabajo aporta al día a día», admite Koro, una de las participantes que quiso agradecer esta nueva actividad «porque no hay muchas para personas de nuestra de edad». Conocimiento casero El taller puso en práctica la capacidad de curiosear y demostraron, todas ellas, que es alta, probando varias veces el experimento y tratando de desfigurar la ciencia. Y lo lograron recordando los trucos caseros que cada una había ido aprendiendo, sin tener la mínima idea de la teoría pero probando que de alguna forma funcionaban. A esa conclusión llegaron metiendo un papel de cocina mojado en alcohol y una cerilla encendida en una botella, que con la presión logró introducir un huevo cocido entero en el recipiente. El efecto de ese truco es el mismo que se realiza habitualmente con la punta del cuchillo para abrir un bote cerrado al vacío, o al ponerlo en agua caliente. «Son experimentos que se pueden hacer en casa», adelantaba Mujika. «Ya sé qué es lo que voy a enseñar a mi nieto», decía una de las participantes. Porque también aprendieron cómo con un puntero láser, la capucha de un bolígrafo y un poquito de agua se puede construir un microscopio. En la parte más teórica, con las visitas a diferentes laboratorios, el interés bajó sobremanera, pero no faltaron charlas y preguntas, o por ejemplo el asombro de ver a una mujer joven química enseñando lo que hace en el CFM. «¡Quién diría que eres química por lo joven que eres!», exclamó sin tapujos. Y es que, el taller de ayer desinfló cualquier prejuicio posible, ideas preconcebidas que sin darnos cuenta nos impone la sociedad. Además de visibilizar a las mujeres científicas, sean físicas, químicas o en cualquier otra variable –la menor proporción de mujeres se encuentra en las Ciencias y Técnicas Físicas, con un 20,62% en la CAV–, habrá una palabra que todas participantes recordarán: el polímero. Porque en toda la jornada se habló de esa «cadena larga, compuesta por mucho carbono, hidrógeno y oxigeno, imposible de ver a la vista de los ojos». Cada día se aprende algo nuevo. Una treintena de mujeres realizaron experimentos con productos habituales de cualquier hogar.