Poco faltó para poner la guinda
Las donostiarras se toman la revancha pero se quedan sin poder ganar el gol average, por lo que no dependen de ellas mismas.
ROCASA ACE 30
BERA BERA 33
El Super Amara Bera Bera fue a por el partido desde las presentaciones protocolarias de ambos conjuntos. Con una defensa imperial –una vez más– de Berasategi, que estuvo acompañada en gran parte del partido por Azurmendi, junto con otra demostración de poderío de Castellanos bajo palos, quien terminó la primera parte con nueve paradas –una con la cara–.
Porque ayer todo iba rodado, demasiado redondo estaba siendo el partido, y la realidad se encargó de dar un golpe en forma de lesión de la máxima artillera del equipo y la encargada de dirigir a la escuadra: Silvia Arderíus. El fantasma de las lesiones volvió a asolar a las donostiarras y a pesar de la ventaja de cuatro goles que llevaba en el minuto 12, se presentó la incertidumbre.
Aparecieron entonces, cogiendo las riendas del equipo, Karsten, Menéndez y una Arrojería a la que se vio motivadísima sustituyendo a Arderíus. Tirando de orden en defensa y siendo eficaces en ataque –sobre todo en posicional porque las canarias apenas dejaron opciones al contragolpe– permitieron marcharse al descanso con una ventaja de siete goles (11-18).
Una diferencia que fue minimizando el Rocasa con una defensa más adelantada, provocando enésimas faltas en ataque y encontrando, cada vez con más facilidad a la extremo zurda Trojaola y a la pivote Haridian Rodríguez en tareas ofensivas. Consiguió reducir la renta hasta a cuatro goles, y recordemos que aunque ayer lo primordial era ganar, para igualar en la tabla con el propio conjunto grancanario, las de Montse Puche por su filosofía ganadora, trabajaron durante diez días con el objetivo de superar incluso el gol average, para el cual había que ganar con más de seis goles de diferencia.
Mejor gestión de las locales
Y en eso consistieron los últimos minutos. Mientras el Bera Bera trabajaba para no dejar escapar esa renta de seis o siete goles, el objetivo de Rocasa consistió simplemente en disminuir la ventaja, para así al menos conservar la ventaja de depender de ellas mismas. Y en esas, el duelo argentino entre Karsten y Pizzo bien merece un capítulo aparte, y también la reaparición a tiempo de Mbengue.
Hubo opciones para que pasara de todo en los minutos finales y la tensión se adueñó del partido. Es más, cuando todo parecía indicar que era el último ataque del partido, a favor del Bera Bera y con serias opciones de repetir el marcador de la primera vuelta (29-34), un mal control, precedido por un toque con el pie, propició que el Rocasa aprovechara el regalo –porque Puche decidió quitar a la portera para jugar con superioridad– para ponerse a tres goles. Lo único que quedaba era redondear el marcador pero Karsten (9 goles) no vio puerta en una jugada magistral.
La liga se pone interesante, con tres equipos igualados, pero las donostiarras no dependen de ellas mismas.