La Real necesita alegrías... y su próximo rival aún más. Y es que Donostia acoge mañana a las 12.00 el duelo entre dos de los peores equipos de 2018.

La trayectoria a la baja de los donostiarras este año es evidente. No había sido mucho mejor en la recta final de 2017 pero al menos cerró el año con un triunfo ante el Sevilla. Desde que estrenó calendario, a la mano le sobran cuatro dedos para contar las alegrías: la goleada, hace dos semanas, frente al Deportivo. Sus otros cinco compromisos se han saldado con derrota. De hecho, si la clasificación se circunscribiera a lo sucedido en este 2018, el equipo txuriurdin se asomaría a los puestos de descenso con sus tres puntos. Solo tendría tres equipos por detrás, todos ellos con apenas dos puntos: Málaga, Deportivo... y Levante.

Pero es que además, en el caso del próximo visitante de Anoeta, la mala racha viene de lejos. Desde que se impusiera en Las Palmas el 19 de noviembre, no ha vuelto a celebrar una sola victoria en Liga: once jornadas, cinco empates y seis victorias. De hecho, y pese a un arranque de temporada esperanzador, es el equipo de la Liga que menos victorias ha celebrado este curso. Solo tres, las mismas que el colista Málaga.

Así que Real y Levante pelearán mañana no solo por la victoria, sino también por un cambio de tendencia, que devuelva a los donostiarras a posiciones más interesantes –ahora les separan diez puntos de Europa– y aleje a los granotas del descenso –su colchón se ha reducido a apenas dos puntos–. Y que dé aire a sus entrenadores. Sobre todo, aparentemente, a Juan Ramón López Muñiz, que ayer agradeció públicamente «la confianza que están demostrando los jugadores y el club en el trabajo que estamos realizando».

El técnico asturiano prevé que el encuentro de mañana sea «abierto y competido», ante una Real con «características claras» aunque «algo irregular por su participación en competición europea», aseguró.