Los filósofos del balompié hablan de equipos o entrenadores resultadistas, que son aquellos que hacen todo lo que sea para que el resultado les sea favorable. Frente a ellos están los que predican por el juego bonito, por jugar bien, sea cuál sea el resultado. Lo cierto es que si jugando muy bien, muy bonito, si los equipos se ponen al filo del descenso, a los entrenadores que han estado inculcando esa filosofía a los jugadores los despiden. Y no señalo a nadie. Por eso cuando veo resultados de elecciones o de premios tan tóxicos por influyentes como los Óscar, pienso que los asuntos artísticos y de la industria del cine, existen unos intangibles, circunstancias, susurros, movimientos de aproximación y hasta gustos y accidentes ideológicos o de oportunidad, que acaban configurando la lista final de premiados, en las elecciones actuales en los países occidentales, los resultadistas son siempre los que acaban gobernando.

Los resultados, provisionales cuando escribo, de las elecciones italianas dibujan lo que algunos nos tememos: la deriva hacia la extrema derecha del electorado europeo. Se le puede disfrazar con palabras esdrújulas y conceptos líquidos, pero los populismos de verdad, los de extremo centro, es decir los de derecha, derecha y más derecha, con toques xenófobos y todo lo más horroroso se va asentando, en los gobiernos o en las oposiciones, pero empujando hacia la derecha. Compro lo del péndulo, pero advierto: estamos en un tiempo reaccionario y terrorífico. Sucede elección tras elección, y en ese territorio llamado Europa se muestra de manera obvia. ¿Nos salvarán o ayudarán a aliviar este resultado las mujeres? Ojalá. Yo de momento sigo enamorado de Frances McDormand. Magnífica actriz  que puso en pie a las mujeres nominadas en los Óscar. Más que una imagen, un manifiesto.