Raimundo Fitero
DE REOJO

Cristinas

Confieso que me pirran las cristinas. Especialmente las de nata y chocolate. Debo acelerar el paso cuando paso delante de algunas pastelerías para no caer en la tentación y acabar dando demasiadas explicaciones a mi médico de cabecera cuando lee la analítica. Es la especialidad de bollería más suculenta y popular. Un lujo a nuestro alcance. Por cierto, acabo de descubrir que hay una mina de oro en Venezuela que se llama precisamente las Cristinas. Por algo será.

Vean dos mujeres de nombre Cristina ligadas a política y la televisión. Una de ellas es estelar, formada en la telegenia, la verborrea política populista y la mentira. La conocimos como Delegada del Gobierno en Madrid, una fija discontinúa en “La Sexta noche”, con un desparpajo rayano a la sobreactuación.

Acabó ganando dentro de la banda de M. Rajoy en Madrid, de la que es dirigente mayor, y ganó las elecciones para poder ser presidente de la Comunidad de Madrid, con el inestimable apoyo de Ciudadanos, claro está.

Estuvo en el Congreso convocada para aclarar asuntos de las campañas electorales de esa banda. Mintió con cuajo, con mucha soberbia. Con argumentos vacíos de contenido. Y a la mañana siguiente el digital que dirige Ignacio Escolar, va y saca una noticia demoledora: parece que tiene una titulación universitaria falsificada. Un escándalo. Esperamos.

La otra Cristina, es la Pardo, la navarra que era la sombra y mano derecha en la Sexta en la información política. Parece que abandona los programas que le daban presencia constante. ¿Ha pasado algo o es simple cansancio y decisión de dedicarse a otros objetivos profesionales? Esperamos, porque parecía una sólida sustituta de Ferreras en muchos momentos. Seguro que aparece con mayores responsabilidades, porque tiene capacidad para ello.