La «huella» de otro arquitecto de prestigio
El gabinete del arquitecto británico Richard Rogers ganó en 2008 el concurso de ideas convocado por el Consistorio bilbaino y Ría 2000 para la ordenación urbanística de Garellano. Visto lo ya construido en siete parcelas y lo que se anuncia para la octava, mi modesta opinión es que se ha colmatado esta zona del Botxo con cuatro torres de viviendas de 24 a 33 plantas e igual número de bloques de 8 a 11 alturas, por mucho que los responsables políticos de la operación traten de destacar el «parque» de 5.700 metros cuadrados que circunda los edificios de marras.
Muchos, asustados por lo edificado, pensaron que la cuarta torre en construcción, de 103 metros de altura, era la última y no es así. Queda por levantar el rascacielos, de 119 metros de altura y 36 plantas, que tendrá el «honor» de ser el edificio residencial más alto de Euskal Herria. Al llevar la firma del ganador del Premio Pritzker –considerado el Nobel de arquitectura– de 2007, el alcalde ha dicho que «será el último hito arquitectónico internacional». «Aportará infraestructura de vanguardia y prestigio a Bilbao», ha defendido Juan Mari Aburto.
Con ese mamotreto, acompañado por una residencia de estudiantes y un hotel sobre la futura estación de Termibus, la zona, auguro con ironía, va a quedar «encantadora». El nuevo Plan General, así se lleva anunciando durante su elaboración, plantea que Bilbo crecerá en altura ante la escasez de suelo urbanizable. Lo cierto es que viendo lo de Garellano y lo que resta por construir en San Mames no es mi modelo aunque tenga el marchamo internacional.